Desde que comenzó el segundo mandato de Trump, una pieza clave en la transformación estatal ha sido Palantir, una empresa que lleva años cultivando relaciones, contratos y una reputación como el operador invisible detrás del aparato gubernamental. Su ascenso reciente no es casual ni repentino: responde a una convergencia de factores que van desde el recorte de costos en la administración pública, hasta la creciente confianza del gobierno en el sector privado para liderar la adopción de inteligencia artificial.
Palantir no solo estaba lista tecnológicamente, sino también bien posicionada políticamente para asumir ese rol. Su historia de colaboración con agencias como el Pentágono, el IRS y el DHS le dio una ventaja comparativa frente a otros actores del sector tech.
El gran músculo de Washington. Hoy, más que una contratista, Palantir actúa como una pieza estructural en una nueva visión de Estado, más automatizado, más centralizado y menos burocrático. Entender su papel actual no es solo seguir el dinero: es seguir la arquitectura misma de cómo se está rediseñando el poder federal a través de software.
- Una expansión sin precedentes. Palantir aseguró contratos federales por más de $300 millones desde el regreso de Trump, con un potencial adicional de hasta $10 mil millones a través del Departamento de Defensa. La empresa está detrás de Maven Smart System, un programa de IA militar que se expande globalmente, y también ganó espacio en el Estado, el IRS y el DHS.
- Un historial que paga dividendos. Fundada tras el 11-S con una misión patriótica y de seguridad nacional, Palantir siempre mantuvo vínculos cercanos con el gobierno, sin importar el partido. Esta continuidad le permitió ocupar una posición estratégica al consolidarse como proveedor clave justo cuando el gobierno decidió acelerar su transformación tecnológica.
- Tecnología como brazo operativo del Estado. Desde escribir cables diplomáticos con IA hasta construir sistemas de seguimiento migratorio en tiempo real, Palantir no solo provee software: está diseñando las infraestructuras de toma de decisiones en múltiples agencias gubernamentales. Su rol sugiere un rediseño profundo del aparato federal, donde la automatización y la analítica sustituyen tareas tradicionales del funcionariado.
Una empresa con imagen híbrida. Aunque su CEO, Alex Karp, es progresista y crítico de la extrema derecha, Palantir ha prosperado bajo gobiernos republicanos. La empresa se presenta como una solución “patriótica y apartidista” para modernizar el Estado, aunque su estrategia de crecimiento está claramente alineada con momentos de alta concentración de poder.
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