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Sin vivienda asequible, no hay baby boom

El housing crisis no solo está dejando a los millennials fuera del mercado inmobiliario, también está deprimiendo la natalidad.

Foto: Pexels

Tener hijos este año pasó de ser una decisión familiar a convertirse es una ecuación económica. El deseo sigue ahí —los americanos sí quieren más hijos—, pero los números no cuadran. Lo que antes se resolvía con organización y planificación hoy depende en gran parte de hipotecas imposibles, alquileres por las nubes y guarderías que cuestan más que la universidad.

El gran plot twist: no es que los jóvenes ya no quieran ser papás, es que no tienen las oportunidades económicas para asumir esa responsabilidad.

El housing crisis no solo está dejando a los millennials fuera del mercado inmobiliario, también está deprimiendo la natalidad. Más que un baby boom, lo que hay es un baby bust con paredes delgadas y renta alta.

  • El precio de tener hijos en tiempos de housing crisis. La tasa de natalidad en Estados Unidos viene cayendo desde 2008, y uno de los motivos más repetidos es el costo de tener un hijo. Según el Institute for Family Studies, el 25% de los americanos entre 18 y 54 años dicen que el alto costo de la vivienda les impide tener más hijos. Otro 30% cita el costo de cuidado infantil, y un 26% menciona la falta de tiempo libre. Pero el housing es el factor con más peso en el tamaño final de la familia, según ese mismo estudio.
  • El baby bust sigue la ruta del real estate. Las zonas del país donde más sube el precio de la vivienda son las que más ven caer su tasa de natalidad. Un estudio de 2012 de Lisa Dettling y Melissa Kearney (NBER) mostró que un aumento del 10% en el precio de la vivienda redujo en 1% los nacimientos entre personas que no eran propietarios. En contraste, un reporte de Zillow en 2018 encontró que la fertilidad creció en las zonas con menor inflación inmobiliaria. Spoiler: donde hay casas más baratas, hay más bebés.
  • Viviendas hay, pero no para familias. El mercado inmobiliario produce principalmente dos tipos de propiedades: casas grandes alejadas de los centros urbanos y departamentos pequeños tipo estudio o 1-bedroom. ¿El problema? Ninguno de los dos funciona para familias jóvenes. Los desarrolladores no tienen incentivos para construir viviendas familiares accesibles, y las regulaciones de zonificación lo hacen aún más difícil. 
  • Los datos duros del atraso generacional. En 2024, la edad promedio del comprador primerizo de una casa fue de 38 años, un récord histórico. Y según encuestas recientes, el 60% de Gen Z teme que nunca podrá ser dueño de una casa. Actualmente, la mitad de los inquilinos en Estados Unidos paga una renta considerada "inasequible". Esto hace que muchos pospongan o directamente renuncien a la idea de formar una familia. ¿Conclusión? Housing first, babies maybe.
  • ¿Y las políticas públicas? Tímidas pero activas. Los republicanos han propuesto una expansión del crédito tributario por hijos (de $2,000 a $2,200) y un baby bonus de $5,000 por cada nacimiento. Además, se evalúa abrir terrenos federales para construcción de viviendas. La idea es incentivar la natalidad, pero muchos expertos —como Catherine, la médica en el Bay Area— insisten en que sin acceso real a vivienda asequible, los estímulos económicos no bastan.

Tener hijos no es solo cuestión de bonos: es cuestión de una casa y estabilidad.

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