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Los intereses que sostienen una guerra: Israel se convierte en un aliado poderoso (y valioso) al que hay que defender

La política doméstica, lejos de cuestionar la ofensiva, sigue alimentando con fondos, visitas oficiales y decisiones simbólicas.

Foto: EFE

Estados Unidos no solo permite lo que la mayoría del mundo ya llama genocidio en Gaza. Lo financia, lo justifica y hasta le pone la mano diplomática. Mientras las bombas caen y se discuten ocupaciones totales (o desplazamiento forzado), los legisladores –de ambos partidos–  pasa leyes que siguen aprobando presupuestos militares al gobierno israelí.

Algunos (como el orador Mike Johnson) hacen turismo político por asentamientos ilegales. Y no, no es que no sepan. Lo saben. Lo ven. Y lo votan. La política doméstica, lejos de cuestionar la ofensiva, sigue alimentando con fondos, visitas oficiales y decisiones simbólicas una relación que ya no es solo diplomática, sino profundamente estructural.

Y los que ataquen a Israel, se verán con la Casa Blanca. La administración condicionó fondos de desastres naturales a estados que no boicotearan a empresas israelíes. FEMA, la agencia encargada de gestionar emergencias, exigía que para recibir dinero federal, se garantizara no participar en boicots contra Israel. Esa política fue revertida, pero el intento deja ver hasta qué punto la alineación con Israel atraviesa no solo la política exterior, sino también decisiones que afectan hasta a los mismos estadounidenses. 

Israel, un aliado poderoso (y valioso) al que hay que defender.

  • Votar fondos en tiempos de guerra, sin debate de fondo. El Congreso votó 422 a 6 contra una enmienda que intentaba quitar $500 millones del presupuesto militar destinado a Israel, en medio de su ofensiva más intensa en Gaza. La enmienda, propuesta por la legisladora Marjorie Taylor Greene, no prosperó ni siquiera con apoyo completo del ala progresista. La discusión sobre el uso de fondos públicos para sostener conflictos en el extranjero sigue ausente del debate político. 
  • La ocupación total de Gaza se impone como plan oficial. Según medios israelíes, el primer ministro Benjamín Netanyahu dejó claro su objetivo: ocupar completamente la Franja de Gaza, incluso si eso implica actuar en zonas donde hay rehenes israelíes. La presión interna y externa no frena esa hoja de ruta. Desde su entorno, el mensaje al ejército fue directo: quien no lo apoye, puede dar un paso al costado. 
  • La relación entre Israel y Estados Unidos es más profunda de lo que parece. No se trata solo de asistencia militar o diplomacia. Legisladores visitan asentamientos en Cisjordania, mientras figuras de alto perfil justifican nuevas medidas comerciales contra países que reconocen a Palestina (como Canadá por ejemplo, al que ya la Casa Blanca le advirtió que si reconoce a Palestina como Estado, las tarifas se dispararán). 
  • El mundo pide un alto el fuego. Washington se viste de Shakira (ciega, sorda y muda). La Asamblea General de la ONU aprobó —con 149 votos a favor— una resolución exigiendo un alto el fuego inmediato, permanente y sin condiciones en Gaza, además de acceso humanitario, liberación de rehenes y retirada de tropas israelíes. Solo 11 países votaron en contra. Aunque no es vinculante, el voto refleja un aislamiento creciente de Washington frente al consenso global sobre la necesidad de frenar la ofensiva y proteger a la población civil en Gaza. 

La política hacia Israel no se limita al Ejecutivo: está integrada en el Congreso, en las agencias federales e incluso en discursos sobre seguridad doméstica. Esa conexión plantea preguntas complejas sobre independencia, influencia y prioridades.

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