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Estados Unidos, el país de carros gigantes

l año pasado, 4 de cada 5 autos vendidos en EEUU fueron SUVs o camionetas, frente a apenas 25% en los noventa.

Photo by Archee Lal / Unsplash

En buena parte del mundo, un carro es solo un medio para ir del punto A al punto B. Pero si has vivido en ciudades como Tokio o Bogotá, sabes que aquí es distinto: las calles, los parqueos y hasta la cultura están diseñados para que todo sea más grande. El año pasado, 4 de cada 5 autos vendidos en EEUU fueron SUVs o camionetas, frente a apenas 25% en los noventa.

Las marcas lo saben: Ford ya mató sus sedanes, GM se despidió del Malibu en 2024, y todo lo que queda es alto, ancho y caro. La lógica es simple: estos gigantes dejan márgenes de ganancia 10%–20% más altos que un sedán, cuestan solo un poco más fabricarlos y venden la idea de “seguridad” para el conductor… aunque sus cofres altos y frentes planos multiplican el riesgo para quienes están fuera.

Entre 2013 y 2022, las muertes de peatones subieron 57%, y la NHTSA señala que 88% ocurrieron en choques de un solo vehículo.

En Europa, Asia o América Latina, un carro grande es un lujo o un problema logístico; en EEUU, es parte del ADN urbano. Aquí las autopistas son rectas y anchas, los parqueos XXL y la regulación tiene un “SUV loophole” que trata a estos modelos como “light trucks” con reglas de emisiones más relajadas.

Las consecuencias son visibles: cofres que golpean a la altura de la cabeza y torsos, puntos ciegos que han matado a cientos de niños y chasis tan altos que empujan a las víctimas debajo de las ruedas en vez de fuera del impacto.

Las marcas responden con sensores y cámaras, pero evitan hablar del diseño. La NHTSA propuso, por primera vez en 50 años, actualizar los estándares para probar impactos con maniquíes de peatones adultos y niños, con el potencial de salvar 67 vidas al año.

PERO LAS EXPECTATIVAS SON BAJAS

La agencia perdió 4% de su plantilla tras recortes y el clima político no apunta a cambios. Mientras, el negocio sigue: entre 2010 y 2020 se vendieron 65 millones de carros grandes en EE.UU., que emitirán unos 4.4 mil millones de toneladas de CO₂ en su vida útil, más que las emisiones históricas de muchos países. Subirse a uno aquí no es solo manejar un vehículo; es aceptar un modelo de país donde la infraestructura, las leyes y la economía están diseñadas para que el carro sea grande, alto y rentable… aunque el resto pague el costo.