En una entrevista con los medios el lunes, el CEO de Mercedes-Benz, Ola Kaellenius, ha alzado la voz contra el plan de la Unión Europea para prohibir los vehículos que emiten CO2 a partir de 2035. Según el informe original, Kaellenius advierte que la medida podría llevar al mercado automovilístico europeo al borde del colapso. La ambiciosa propuesta, que tiene como objetivo impulsar el compromiso verde de Europa, está programada para ser revisada en la segunda mitad de 2025.
Kaellenius fue contundente en su crítica, afirmando: "Necesitamos un chequeo de la realidad. De lo contrario, estamos avanzando a toda velocidad contra un muro". Sus palabras reflejan la preocupación de que la implementación de este objetivo podría tener consecuencias negativas para la industria automotriz europea, ya que los consumidores podrían apresurarse a adquirir vehículos de gasolina o diésel antes de que entre en vigor la prohibición.
En su papel como jefe del grupo de presión automovilístico europeo ACEA, Kaellenius ha pedido incentivos fiscales y precios de energía más accesibles en las estaciones de carga para incentivar la transición hacia los coches eléctricos. Insiste en que la descarbonización es inevitable, pero que debe llevarse a cabo de manera tecnológica y económicamente equilibrada, sin perder de vista la estabilidad económica del sector.
La visión de Kaellenius se une a las voces de aquellos que consideran que adoptar medidas tan drásticas de cara a 2035 podría ser perjudicial. Aunque reconoce la importancia de la descarbonización, su postura subraya la necesidad de abordar este cambio con precaución, destacando que si la prohibición sigue adelante como se planea, podría crear una crisis de demanda en el mercado europeo, ya afectado por la competencia y las débiles ventas de vehículos eléctricos.
La crítica de Kaellenius pone de manifiesto los desafíos que enfrentan los fabricantes europeos en la actual carrera por la sostenibilidad. Con la revisión del plan de prohibición en el horizonte para 2025, la discusión sobre cómo equilibrar las aspiraciones medioambientales con la viabilidad económica del sector automotriz está más viva que nunca. Resta por ver si la Unión Europea reconsiderará su enfoque para garantizar una transición más suave hacia un futuro libre de emisiones.
