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Más allá de la seguridad: el costo humano del plan de Trump para DC

El plan de Trump para “embellecer” DC promete seguridad, pero deja a su paso un rastro de desplazamiento y control. Más allá de la retórica, las comunidades vulnerables pagan el precio de una ciudad que busca ocultar sus problemas, no resolverlos.

Chance Ridout, sin hogar por más de 20 años, escucha desde su tienda en Washington Circle, DC. Trump anunció el despliegue de la Guardia Nacional y la eliminación de campamentos de personas sin hogar, pese a que el crimen violento está en su nivel más bajo en 30 años. | Foto: EFE/EPA/JIM LO SCALZO.

De un solo golpe de anuncio, el presidente Donald Trump pasó de hablar de seguridad y crimen a prometer una “remoción forzada” de personas sin hogar y la “embellecimiento” de Washington DC, iniciando un operativo federal sin precedentes: asumió control directo de la policía local y desplegó a 800 miembros de la Guardia Nacional, pese a que la criminalidad está en su nivel más bajo en tres décadas, según el Departamento de Justicia.

“Nuestra ciudad capital ha sido tomada por pandillas violentas... y personas sin hogar”, dijo Trump, mezclando en su retórica a delincuentes con comunidades vulnerables y prometiendo limpiar “la basura, los grafitis, la mugre y la suciedad” para restaurar la ciudad “a la capital resplandeciente que todos queremos”.

El rostro humano del desplazamiento

Las promesas presidenciales suenan abstractas hasta que uno escucha a Will, un hombre de 60 años que vive en uno de los campamentos de personas sin hogar de Washington. Su testimonio a NPR revela la cruda realidad detrás de la retórica de "limpieza".

“Lo único que pedimos es un trabajo justo y una vivienda justa. No podemos conseguir eso”, dijo Will, quien pidió a NPR que solo usara su primer nombre por temor a que las autoridades lo castiguen por dormir en las calles.

Estamos atascados aquí afuera, no lo disfrutamos. ¿A dónde se supone que vamos?”.

Expertos advierten que desplazar a estas poblaciones podría ser devastador, agravando condiciones de salud mental y enfermedades sin que existan alternativas reales de vivienda o empleo. No se han anunciado planes concretos para abordar estas necesidades. La mayoría de los afectados por esta política “purga” no son criminales, sino víctimas de un sistema fallido.

La estrategia de desplazamiento ignora una realidad incómoda: estas comunidades vulnerables no desaparecen cuando se les expulsa de un lugar. Simplemente se vuelven invisibles para quienes prefieren no verlas, mientras que los problemas de fondo —falta de vivienda asequible, servicios de salud mental, oportunidades económicas— permanecen sin resolver.

Jóvenes en la mira política

Trump ha señalado a los jóvenes, especialmente a adolescentes negros, como los principales responsables del crimen en DC. Pero los datos cuentan una historia diferente. Según cifras recientes de D.C. Witness, el porcentaje de crímenes cometidos por jóvenes de 15 a 20 años aumentó en los últimos años, pasando de 11.38% en 2021-22 a 21.43% en 2023-24. Sin embargo, este grupo sigue siendo una fracción del total de crímenes, y el enfoque desproporcionado en ellos parece más político que basado en hechos.

Mientras tanto, el porcentaje de víctimas jóvenes en este rango de edad ha disminuido. En 2022-23, las víctimas de 15 a 20 años representaron el 33.33% del total, pero esta cifra cayó al 23.81% en 2023-24. Esto sugiere que las políticas actuales no están abordando las causas subyacentes del problema. Sin embargo, no hay evidencia directa que vincule esta disminución con las medidas implementadas.

En los pasillos de la Universidad Howard, la institución históricamente negra más prestigiosa del país, los estudiantes ven algo más siniestro en los planes de Trump. Para ellos, no se trata solo de seguridad, sino de un intento calculado de silenciar voces disidentes.

Sí, toda ciudad tiene sus crímenes, sus pandillas, sus personas sin hogar, pero no siento que el desplazamiento de esas cosas vaya a causar la solución. "Creo que va a causar más daño, afirmó Jehu King, estudiante de 18 años de Howard University.

Su compañera Laila Zachary, también de 18 años, fue aún más tajante: “[Trump] está buscando a jóvenes de color porque sabe que somos el movimiento, queremos cambio y lo estamos exigiendo. Él quiere detenernos”.

Sus temores no son infundados. Trump ha identificado específicamente como objetivos principales a quienes describe como criminales, que según CNN "a menudo son adolescentes, muchos de ellos negros". El presidente habló extensamente sobre jóvenes que a veces andan en motocicletas y cuatrimotos, un problema real pero que se ha magnificado retóricamente.

La jefe de policía metropolitana, Pamela Smith, intentó balancear la ecuación en una conferencia de prensa separada: “queremos que los jóvenes estén seguros en nuestra ciudad. Queremos que puedan disfrutar las actividades de nuestra ciudad, pero no vamos a tolerar el tipo de actividad criminal que hemos visto en el pasado”.

Las voces que piden mano dura

No todos los residentes de DC se oponen a la federalización. Ibrahim Hossain, gerente de una tienda de conveniencia en el Hechinger Mall del noreste de DC, vivió un ataque a su tienda protagonizado por 40 adolescentes el viernes por la noche. Hossain dijo a WTOP que tras el anuncio presidencial tiene “nueva esperanza” y que Trump “está tomando algunos buenos pasos, creo, y todo debería ser normal”.

Según su testimonio, la policía tardó 45 minutos en llegar, y su vivienda también fue blanco de balaceras: "dos balas estaban adentro", relató.

Respaldo similar ofrece Leroy Thorpe, fundador del grupo Citizen Organized Patrol Efforts, quien declaró a NBC: “Estoy feliz de que Trump tome control del departamento de policía. Creo que tendremos algunos resultados”. Citizen Organized Patrol Efforts es un grupo que patrulla las calles de Chinatown haciendo trabajo de prevención de la violencia

Cheryl Watson, voluntaria del mismo grupo, fue directa: “Estos niños se están saliendo de control. Algo tiene que hacerse. Mucha gente muriendo aquí afuera”. Sin embargo, para otros como Tanganyika Hawkins —quien perdió a su hijo en 2023 por violencia— la preocupación apunta al trasfondo político del plan:

Creo que la única razón por la que hizo esto es porque ese tipo caucásico resultó herido... Va a haber mucha brutalidad policiaca”.

Así lo dijo a WTOP, refiriéndose a un empleado de 19 años del Departamento de Eficiencia Gubernamental que fue brutalmente golpeado durante un intento de robo la semana pasada.

¿Seguridad o control político?

La tensión entre narrativas rivales se cristaliza en una pregunta fundamental: ¿Es esta medida realmente sobre seguridad o sobre control político y estético de la capital?

Los números sugieren una desconexión entre la retórica y la realidad. Según el Departamento de Justicia, el crimen violento está en su nivel más bajo en 30 años. Incluso los carjackings, que alcanzaron su punto máximo en 2023, han caído un 87% desde entonces. Pero Trump ha aprovechado la percepción pública de inseguridad para justificar medidas drásticas.

La alcaldesa Muriel Bowser calificó la intervención como “inquietante e innecesaria”. Su preocupación no es solo la autonomía local, sino el impacto en las comunidades: “Lo que podría ser un desastre es si perdemos comunidades que no llamarán a la policía. Eso podría ser un desastre”.

Un experimento en tiempo real

Lo que está ocurriendo en DC trasciende la política local. Es un experimento en tiempo real sobre hasta dónde puede llegar el poder federal para remodelar una ciudad según la visión de un presidente. Trump no solo busca combatir el crimen, sino también “embellecer” DC, desplazando a quienes no encajan en su idea de una “capital resplandeciente”. Pero detrás de las luces y los discursos, quedan las preguntas incómodas: ¿Quién paga el precio de esta limpieza? ¿Y qué sucede cuando la seguridad se convierte en un arma política?