Mientras en los estados aumenta la tensión por la batalla de nuevos mapas electorales, desde la presidencia tienen otro plan para contrarrestar si el primero (del Gerrymandering) sale mal: acabar con el voto por correo. Trump dice que firmaría una orden ejecutiva para eliminar el mail-in voting, pero ¿realmente eso es posible? Si no vamos a lo legal, la respuesta es no. Así ponga miles de argumentos (sin pruebas, la mayoría) de que el voto por correo es corrupto y amaña las elecciones.
Todavía no hemos llegado a 2026 y ya hay más polémicas electorales que ganas de acabar con el verano.
LEGAL, FACTUAL, NARRATIVO.
- Si hablamos de lo legal. El presidente no tiene autoridad constitucional para prohibir el voto por correo. El Artículo I, Sección 4 de la Constitución asigna esa facultad a los estados y al Congreso. Intentar hacerlo vía orden ejecutiva sería, como dicen los abogados, “papel mojado”. Aun así, Trump asegura que los estados son “agentes del gobierno federal” y deben obedecer. Suena más a deseo presidencial que a realidad jurídica.
- Si hablamos de lo factual. En 2024, casi un tercio de los votantes usaron el correo para participar en las elecciones, lo que equivale a unos 46 millones de votos. En 2020 fueron aún más (el 43%). Ocho estados hacen todas sus elecciones por correo, y en otros 28 no se necesita excusa para hacerlo. Es decir, el voto por correo no es una rareza: es parte del sistema. Cancelarlo implicaría desmantelar una infraestructura electoral construida durante décadas.
- Si hablamos de lo narrativo. Trump afirma que Estados Unidos es el único país que permite el voto por correo. Falso: más de 30 países, incluyendo Canadá, Reino Unido y Alemania, lo usan. También dice que millones de boletas se entregan duplicadas y que es la única razón por la que perdió en 2020, una narrativa que repite desde entonces y que hasta Putin ahora le “confirma”. El problema es que múltiples revisiones, incluidas por republicanos, no encontraron fraude. Pero en la política actual, los datos siempre pierden contra el guion.
El debate sobre el voto por correo seguirá siendo un punto de fricción rumbo a 2026. Legalmente, el presidente no puede prohibirlo, pero políticamente seguirá siendo un tema central en la conversación electoral. Entre la ley, los datos y la narrativa, lo que está claro es que el buzón no saldrá de la campaña tan fácilmente.