La marca reconoció que los aranceles de Trump y el clima antiamericano amenazan con golpear sus ventas globales. No está sola: Jack Daniels, Tesla y McDonald’s ya sienten cómo la desconfianza hacia lo made in USA erosiona sus números, sobre todo en Europa y Asia. Lo que antes era un activo se está convirtiendo en un lastre comercial nada fácil de revertir, y esa presión apenas comienza a hacer ruido en casi todos los mercados clave.
BRAND USA, MADE EN PROBLEMA
Los datos confirman la tendencia. Axios cita a Morning Consult, que registró una caída abrupta en la favorabilidad global de Estados Unidos: de +15 en enero a -3,2 tras los aranceles de abril. Chris Kempczinski, CEO de McDonald’s, admitió que la marca país ya no es garantía de éxito automático. La narrativa cambió: “Brand USA” dejó de abrir puertas y ahora obliga a repensar cada mercado como si fuera hostil, incluso aquellos históricamente más confiables para las empresas norteamericanas.
EXCEPCIONALISMO EN REBAJA
El problema no es vender jeans o hamburguesas; es un giro estructural en la reputación global de Estados Unidos que afecta a sectores icónicos como moda, bebidas, autos y tecnología. La pérdida de confianza no ocurre de un día para otro, pero cuando se instala, pesa como un impuesto invisible. Si la hostilidad hacia lo estadounidense sigue creciendo, hasta Silicon Valley podría descubrir que su estrella brilla menos de lo que presume, proyecta y repite sin cesar en sus discursos corporativos.