Cuando hasta McDonald’s tiene que bajar precios, sabes que algo anda raro en el menú de la economía. La cadena anunció descuentos en combos desde el 8 de septiembre —un Big Mac meal a $8 o un Sausage McMuffin meal a $5— después de que el precio promedio de sus productos subiera 40% desde 2019.
¿La razón? Clientes con ingresos menores a $45,000 al año dejaron de ver el “value” en el famoso “value meal”. Traducción: si la comida rápida deja de ser barata, deja de ser rápida y se convierte en un lujo disfrazado de combo.
La estrategia puede desatar una mini guerra de precios: Domino’s ya contraatacó con pizzas a $9.99, y otros seguramente seguirán. Pero el problema es más profundo.
En un país donde un combo puede costar $10–$18 (dependiendo de la zona), el fast food se volvió un termómetro del costo de vida: si ni el McDonald’s cabe en tu presupuesto, el ajuste viene por otro lado (menos consumo, más deuda, más estrés).
Y sí, los descuentos alivian un poco, pero no resuelven que los costos de comida y salarios subieron un 40% en cinco años.
La pregunta sería, ¿puede la industria seguir bajando precios sin sacrificar márgenes cuando todo lo demás sigue caro? Al final, lo que McDonald’s está admitiendo es que hasta el consumidor de a pie tiene un límite, y que el negocio no está en venderte el Big Mac más caro del mundo, sino en convencerte de que todavía es affordable happiness.