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¿Desleales o realistas?

Photo by charlesdeluvio / Unsplash

Cambiar de trabajo ya no garantiza el ascenso meteórico de antaño, pero la Generación Z sigue moviéndose rápido. Hasta la empresa de contratación Randstad lo dice: la permanencia laboral promedio es de apenas 1.1 años, menos que los millennials y muy por debajo de la generación X y los boomers.

Ahora, muchos jefes lo leen como deslealtad, pero en realidad responde a expectativas incumplidas, salarios estancados y un mercado laboral que ofrece menos estabilidad que nunca, especialmente en los puestos de entrada.

MERCADO ROTO, AMBICIONES INTACTAS

Todos, o casi todos los datos, muestran que las oportunidades iniciales se reducen drásticamente: los empleos tecnológicos junior cayeron un 35% desde 2024 y los financieros un 24%, muy diferente al sector salud, que mostró que no todo es gris y subió un 13%.

Grítalo si quieres: el problema es que la generación más joven busca desarrollarse en industrias de alto crecimiento que, paradójicamente, la están dejando afuera. Pero el resultado deja pocas dudas: jóvenes trabajadores dispuestos a moverse sin pausa, no por capricho, sino por necesidad de encontrar dónde encajar.

NO SON EL PROBLEMA, SON LA SEÑAL

Todavía no estamos ante un ejército de desertores laborales, sino frente a la cohorte más ambiciosa en medio de condiciones inéditas: empleos iniciales evaporándose, empresas que aún gestionan con manuales del siglo pasado y la AI desplazando tareas –no te diré el culpable, pero mira las letras subrayadas en bold–.

Cuatro de cada diez jóvenes siempre piensan en sus objetivos a largo plazo al cambiar de empleo, el porcentaje más alto de cualquier generación. El contexto es claro: quienes los retengan no serán los que se quejen de la rotación, sino quienes apuesten por crecer con ellos.