Según Gallup, el 80% de los estadounidenses prefiere que el gobierno mantenga reglas estrictas de protección de datos y seguridad, aunque eso retrase los avances tecnológicos. En los pasillos de los partidos políticos predomina la idea de que antes de correr hay que amarrarse bien los zapatos, y la duda solo reside en quién le hace el nudo al cordón. Pero ese es otro tema.
Ahora el consenso convive con otra presión y realidad reciente: hace unos meses, el Congreso debatió una propuesta para prohibir a estados legislar sobre AI durante 10 años —aunque fue retirada tras una fuerte oposición—. Y con ese triángulo de la ambición tecnológica, la competencia con China y las barreras normativas, ahora la pregunta es cuáles serán los siguientes pasos en el Capitolio.
ESCEPTICISMO EN MÁS DE UNA FORMA
Y hay distintas maneras de ver el tema. Otro estudio de Pew Research Center muestra un punto ciego muy humano: mientras la gente acepta que la AI analice datos masivos —desde predecir tormentas hasta buscar curas médicas—, no quiere verla rondando su intimidad.
Por poner un ejemplo, apenas el 18% aprueba que participe en citas amorosas y un mísero 3% toleraría que tuviera un rol relevante allí. Dos tercios quieren excluirla por completo de sus vidas románticas, y casi tres cuartas partes rechazan su presencia en algo tan personal como la fe.
CONTROL, CONFIANZA Y CONTRADICCIÓN
Ambos estudios reflejan un país que pide regulación, transparencia y control, pero que desconfía de tener verdadero poder sobre cómo se usa la AI en su día a día. Hasta mediados de este año, los estados han introducido alrededor de 260 medidas legislativas relacionadas con AI, muchas de ellas tendientes a proteger derechos civiles, evitar deepfakes íntimos y regular chatbots que generan riesgos.
Mientras tanto, la Casa Blanca opta por reunirse con los líderes tecnológicos de la materia y lanzar el America’s AI Action Plan, con más de 90 acciones políticas en innovación, infraestructura y diplomacia, para definir un liderazgo claro en la AI. La paradoja persiste: reglas claras ya, pero poder real aún en construcción.