Trump volvió a tirar la piedra. ¿Y si dejamos de hacer reportes trimestrales y los pasamos a semestrales? En teoría suena bonito —menos papeleo, más long-term vision para los CEOs— pero en Wall Street nada es gratis. Este cambio no solo tocaría a inversionistas, sino también a empresas, negocios, e incluso a consumidores que se mueven al ritmo de los reportes financieros. La pregunta real no es si se ahorra dinero, sino quién pierde acceso y control en el proceso.
LA PROPUESTA
El presidente sugirió que las empresas públicas presenten resultados cada seis meses en vez de cada tres. Según él, esto “ahorra dinero” y permite a los managers enfocarse en “properly running their companies”. No es la primera vez que lo dice: en 2018 ya pidió al Securities and Exchange Commission (regulador de los mercados financieros de EEUU) estudiarlo, sin éxito.
- ¿La propuesta se puede hacer realidad? No se necesita al Congreso, solo un voto mayoritario del SEC. Actualmente hay 3 comisionados nombrados por republicanos y uno nombrado por demócratas (más un asiento vacío), lo que significa que sí hay voluntad, el cambio podría aprobarse en 6 a 12 meses.
- Impacto en inversionistas. Los reportes trimestrales son la ventana clave para que los inversionistas —especialmente los minoristas— vean la salud financiera de las empresas. Con menos reportes, habría más espacio para sorpresas y menos tiempo para reaccionar. Los institucionales, con acceso directo a los ejecutivos, saldrían menos afectados, reforzando la brecha entre grandes y pequeños inversionistas.
- Implicaciones para las empresas. Menos reportes significa menos presión por “hacer números” cada tres meses y más aire para planear a largo plazo. Podría reducir costos administrativos (earnings calls, informes, auditorías intermedias). Pero también quitaría un mecanismo de disciplina interna que muchas compañías usan para medirse y rendir cuentas con sus propios equipos.
- El efecto sobre los negocios y el mercado. Con información semestral, la volatilidad podría aumentar entre reportes, porque los inversionistas operarían con menos datos públicos. Las Initial Public Offering (cuando una empresa sale a bolsa por primera vez y ofrece sus acciones al público), que ahora son más accesibles al retail, también podrían perder atractivo si la transparencia se diluye. Además, nuevas plataformas como Robinhood —que construyen su narrativa en torno a earnings calls— tendrían que reinventar cómo mantienen enganchada a su base.
LOS CONSUMIDORES TAMBIÉN ESTÁN METIDOS
Para los consumidores (que también son accionistas, clientes o empleados), la transparencia financiera es clave para evaluar la estabilidad de las empresas donde invierten, compran o trabajan. Menos reportes públicos significa menos señales tempranas de problemas o cambios estratégicos. En la práctica, podría traducirse en menos accountability sobre prácticas empresariales, desde precios hasta sustentabilidad.