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El peligroso juego de Moscú

Por primera vez, se discute seriamente si derribar aeronaves rusas sería una respuesta legítima o una provocación con consecuencias impredecibles.

Foto: EFE

La tensión entre Rusia y la OTAN ha dejado de ser un escenario hipotético para convertirse en algo tangible y visible en el espacio aéreo europeo. Incursiones de drones y aviones rusos sobre el espacio aéreo aliado han llevado a la alianza al punto más delicado desde la Guerra Fría.

Por primera vez, se discute seriamente si derribar aeronaves rusas sería una respuesta legítima o una provocación con consecuencias impredecibles. Donald Trump, que había evitado confrontar directamente a Moscú, sorprendió a sus aliados al respaldar públicamente esa opción. El Kremlin respondió sin matices: “derriben un avión ruso y habrá guerra”. 

¿EL CIELO ES EL LÍMITE?

Entre gestos de diplomacia, amenazas nucleares y cambios de tono en Washington, la sensación es que ambos bandos están tanteando los límites, en un juego que podría redefinir la seguridad en Europa.

  • En septiembre, Rusia intensificó violaciones del espacio aéreo aliado: casi dos docenas de drones entraron en Polonia, un dron sobrevoló Rumanía por casi una hora, y tres cazas penetraron 12 minutos en Estonia con transponders apagados. También hubo violaciones en Noruega —las primeras en una década— y cierres de aeropuertos en Dinamarca por enjambres de drones. Para la OTAN no son incidentes aislados, sino pruebas deliberadas de su capacidad de defensa y cohesión política.
  • Trump endurece el discurso, pero las dudas persisten. El presidente pasó de sugerir que Rusia podía quedarse con territorio ucraniano a afirmar en la ONU que Ucrania “puede y debe” recuperarlo todo, incluso ir “más allá”. Según el vicepresidente JD Vance, no es un giro en la política sino un reconocimiento de “la realidad en el terreno”. Aliados ven el cambio de tono como presión útil sobre Putin, pero también temen que, como en el pasado, las palabras de Trump no se traduzcan en acciones consistentes.
  • La respuesta dividida dentro de la OTAN. Mientras países del Este, como Estonia y Polonia, piden derribar todo aparato ruso que viole su espacio aéreo, otros como Francia advierten que hay que reforzar reglas de enfrentamiento sin llegar a medidas tan drásticas. La OTAN debate cómo responder sin provocar un conflicto directo que podría escalar rápidamente.
EN ESTE PUNTO, ¿LA PRESIÓN FUNCIONA?

La respuesta no es tan clara. Desde que Trump asumió el cargo en enero, uno de sus objetivos ha sido acabar con el conflicto entre Ucrania y Rusia, pero… Nueve meses después el resultado es distinto. ¿Un fracaso del peacemaker? Quizás es muy temprano para afirmarlo, lo cierto es que, desde la Casa Blanca se ha intentado todo, incluso con presión sobre Putin. Hasta ahora nada ha funcionado. 

El escenario  sigue siendo un delicado equilibrio entre disuasión y provocación. Cada incursión rusa y cada mensaje de Trump y la OTAN demuestra que se está en un terreno desconocido, donde un error de cálculo podría tener consecuencias graves. O no. 

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