Lo que parecía un tema deportivo lejos de aquí puede convertirse en una carta fuerte para Trump. La UEFA está discutiendo la suspensión de Israel de sus torneos, como hizo con Rusia en 2022. Si avanza, el caso podría escalar hasta la FIFA y afectar su participación en el Mundial de 2026. Como anfitrión del torneo, EEUU tiene ahora una palanca inesperada: el presidente podría usar su influencia para frenar un aislamiento futbolístico que amenaza con convertirse en diplomático.
FÚTBOL, SANCIONES Y DIPLOMACIA
Trump no oculta su disposición a mezclar política y deporte. De hecho, ya sugirió que levantar el veto a Rusia sería un incentivo para detener la guerra en Ucrania. Ahora, con el Mundial en casa, podría usar las visas de aficionados y funcionarios extranjeros como arma de presión. Países como Brasil e Irán ya ven señales de advertencia. Lo que para la FIFA es un torneo, para Trump es otra arena de negociación, donde cada gol puede convertirse en moneda política.
LA VITRINA DEPORTIVA COMO TABLERO
La FIFA nació con la idea de separar deporte y política, sancionando incluso a federaciones con vínculos directos con gobiernos. ¿Pero qué crees que pueda pasar en un organismo que tiene más países que la ONU? La exclusión de Rusia en 2022 o incluso las sanciones que obligaron al magnate Roman Abramovich a vender el Chelsea de Inglaterra muestran cómo las canchas se convirtieron en espacios de castigo o legitimación política.
Y nada de esto es nuevo: en plena Guerra Fría, la Unión Soviética fue excluida de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles en 1984, tras el boicot occidental a Moscú en 1980; y durante el apartheid, Sudáfrica pasó más de dos décadas fuera de competiciones internacionales. El deporte, lejos de ser un terreno neutral, ha funcionado históricamente como un espejo de la geopolítica.
EL BALÓN NO SIEMPRE ES REDONDO
Más allá de la pelota, lo que está en juego es el alcance real de la diplomacia deportiva. La sede del Mundial ofrece a EEUU un poder simbólico y práctico que ningún veto en la ONU podría igualar. Lo interesante será ver si Trump lo usa para acercar posturas —como presume— o para endurecerlas.
En cualquier caso, el episodio revela cómo el fútbol, más que un deporte donde 22 personas persiguen un balón, también es donde decenas de políticos impulsan sus intereses geopolíticos del momento.