Mientras el shutdown estaba todavía caliente en el Capitolio, lo que dominó Washington fue un sombrero. Literalmente: un meme creado con AI mostraba a Hakeem Jeffries y otros demócratas con un sombrero al estilo Pancho Villa.
El video, impulsado por cuentas pro-Trump y luego compartido por el propio presidente, provocó acusaciones de racismo, risas republicanas y un recordatorio incómodo: en la era digital, una imagen absurda puede pesar más que cualquier argumento sobre política fiscal o cierres de gobierno.
DE LA OFENSA AL PODER
El meme-war no es nuevo, pero su peso político sí –mira lo que se dice y lo que no al respecto–. Mientras los demócratas se indignaban, los republicanos celebraban el humor como prueba de “masculinidad cultural”. JD Vance se rió del escándalo y lo usó para marcar contraste: la “derecha sabe reírse, la izquierda sermonea”. Y ese contraste vende.
Hace una apenas unas semanas, South Park ridiculizaba a conservadores; hoy son los conservadores quienes –dicen– se ríen con South Park. La ofensa perdió su filo: ser demasiado serio es el nuevo error estratégico en días como estos.
CÓMO PERDIERON EL TIMING
El equipo de Gavin Newsom intenta replicar la fórmula MAGA, con chistes y memes al estilo shitposting, pero buena parte del Partido Demócrata aún lo ve como algo “subliterario”. Mientras tanto, el ala conservadora llenó el vacío con ironía y viralidad.
Rob Flaherty, exestratega de Biden, lo resumió así en Semafor: el impulso por proteger las normas hizo al partido más reacio a ensuciarse las manos. El problema para ellos es que internet no premia el decoro, premia el timing. Y ahí, la izquierda sigue llegando tarde.