ir al contenido

Nada volvió (ni volverá) a ser igual

Foto: EFE

Dos años después del ataque del 7 de octubre, que dejó más de 1,200 israelíes muertos, y del estallido de la guerra en Gaza, el mapa del Medio Oriente es otro. Israel debilitó a sus enemigos, sí, pero también su reputación internacional. Gaza, por su parte, dejó de ser un lugar: es un símbolo de devastación. Más de dos millones de personas viven desplazadas, y el territorio —según la ONU— es prácticamente inhabitable. 

En los titulares se repiten cifras y promesas: 67,000 palestinos muertos, 255 rehenes, un nuevo equilibrio regional y una paz que no termina de llegar. Pero lo que no se dice tan alto es que nadie ganó realmente, porque todos pierden en la guerra. Israel pagó un precio moral y político altísimo. Hamás perdió su poder militar, y los palestinos, una vez más, perdieron casi todo. Lo que antes era una guerra contra el terrorismo se volvió una guerra por el relato: quién tiene derecho a contarlo y quién merece ser escuchado.

Trump ahora intenta vender su “paz duradera”, con un plan que promete reconstrucción, reconocimiento palestino y la vuelta de Arabia Saudita al juego. Pero la pregunta es si una región tan fracturada puede volver a confiar en los acuerdos firmados sobre los restos de una guerra. Porque si algo demostró este conflicto es que el Medio Oriente no solo cambió sus fronteras políticas, sino también sus certezas. La diplomacia ya no tiene techo.

Lo que se dice es que la guerra está por terminar. Lo que no se dice es que el Medio Oriente que existía antes del 7 de octubre quizá no lo volvamos a ver.

Últimas Noticias

{{!-- ADHESION AD CONTAINER --}}
{{!-- VIDEO SLIDER AD CONTAINER --}}