Domingo Peas, presidente de la Alianza de Cuencas Sagradas, acumula 30 años trabajando en procesos organizativos con pueblos indígenas. Su participación en la Semana del Clima en Nueva York fue clave para elevar las propuestas y preocupaciones de las comunidades ancestrales a nivel mundial. Desde ahí trabajó a fin de consolidar el apoyo de aliados internacionales para la protección de la Amazonía y avanzar en crear una plataforma global que una a pueblos indígenas y no indígenas.
En entrevista con la Unidad de Investigación Medioambiental de Huella Zero, Peas analizó cómo la defensa del territorio de la Amazonía se conecta con la lucha climática mundial, qué retos afrontan los pueblos indígenas al proteger la selva de las amenazas externas y el rol que debe asumir la comunidad internacional.
El líder indígena sostuvo que la Amazonía es un ser vivo con derechos, al igual que los pueblos, que no tiene voz propia pero se manifiesta a través de sueños y conexiones espirituales. Peas enfatizó que las comunidades han reafirmado su compromiso de "seguir cuidando como siempre hemos venido cuidando" el territorio de la Amazonía.
La amenaza sobre la Amazonía
“La Amazonía tiene gran amenaza, más que antes, todos apuntan a hacer más minería, a extraer más madera. Pero, por suerte, esa sábana verde que tenemos es parte de los territorios indígenas que la defienden y la seguirán defendiendo”, aseguró Peas.
La mayor amenaza para los territorios indígenas es la incesante presión de las industrias extractivas (petróleo, minería y madera), impulsada por un sistema global centrado en el dinero que ahora permea a las comunidades ancestrales y, según Peas, busca hacer que el ser humano se mueva sólo por intereses económicos.
La principal preocupación del activista es que “si los indígenas comienzan a actuar en su territorio con grandes negocios como cualquier empresario, en 10 años acabarían la selva. Mi trabajo es crear conciencia y buscar aliados para desarrollar programas. Tenemos que trabajar en la bioeconomía y en la reforestación del territorio”, explicó.
Peas hizo un llamado directo a la acción humanitaria, denunciando que las inversiones en petróleo y minería causan contaminación que lleva a la muerte de niños por el consumo de agua contaminada.
El activista consideró que un obstáculo crítico es la falta de confianza entre los pueblos indígenas y los posibles socios externos (inversionistas y ONG). Confianza que sólo puede construirse a través de la colaboración directa. Este “caminar juntos”, dijo, es el paso que aún falta para consolidar las alianzas.
Exhortó a los inversores globales para que dejen de financiar la destrucción y la muerte y en su lugar invertir en alternativas económicas sostenibles que beneficien a todos.
“Los grandes empresarios del mundo que invierten su dinero en extraer petróleo, minerales y madera les digo: inviertan en la vida, en la restauración, en la bioeconomía. No maten a los niños: con esos negocios contaminan el agua que ellos beben”.