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Un Nobel de la Paz para una Iron Lady

El Nobel a María Corina también deja un mensaje a los líderes globales: la paz no existe sin democracia. 

Foto: EFE

Durante más de dos décadas, María Corina Machado ha sido sinónimo de resistencia en un país donde disentir puede costarte la cárcel. Hoy, ese camino la llevó al Nobel de la Paz 2025 —un reconocimiento que trasciende su nombre para poner a Venezuela otra vez en el mapa mundial, no por su crisis, sino por su coraje. Ingeniera de formación y política por convicción, Machado desafió inhabilitaciones, amenazas y exilios forzados para mantener viva la idea de una transición pacífica a la democracia.

El comité noruego la definió como una “campeona comprometida con la paz” y, con ese gesto, rescató una narrativa que muchos daban por perdida: la de la resistencia civil frente al autoritarismo. 

Y este Nobel a María Corina también deja un mensaje a los líderes globales: la paz no existe sin democracia. 

UN RECONOCIMIENTO CON PESO POLÍTICO

El Nobel a Machado no solo celebra la valentía individual, sino que lanza un mensaje claro contra regímenes autoritarios: la democracia no se negocia. La líder fue reconocida por su papel en la oposición venezolana, que logró unificarse tras años de fracturas internas y coordinar la campaña que denunció el fraude electoral de 2024. El Comité Nobel la calificó de “figura clave para la transición democrática”.

  • Una vida dedicada a desafiar el poder. María Corina Machado, de 58 años, es una de las figuras más influyentes de la oposición venezolana. Ingeniera industrial y cofundadora del movimiento ciudadano Súmate, se convirtió en referente nacional al ganar un escaño en la Asamblea Nacional en 2010. Desde entonces, ha sido despojada de su cargo, inhabilitada por 15 años y perseguida por el gobierno de Nicolás Maduro. Aun así, siguió activa, liderando protestas y coordinando el movimiento opositor desde la clandestinidad.
  • Del veto electoral al símbolo de unidad. En 2023, Machado ganó las primarias opositoras con un 92% de los votos, pero fue descalificada por el gobierno de Maduro bajo acusaciones administrativas. En respuesta, nombró a Corina Yoris como candidata sustituta, un gesto que se transformó en símbolo de unidad y desafío frente al control absoluto del chavismo sobre el sistema electoral. Con Yoris la situación fue la misma, el gobierno no aprobó su inscripción electoral y por su puesto, entró Edmundo Gonzáles Urrutia.
  • El voto como herramienta para salvar la democracia. Su liderazgo se consolidó en los últimos años y logró mucho más que la reunificación de la oposición venezolana: logró que los venezolanos –finalmente– salieran a la calle a votar pacíficamente y a demostrarle al mundo que Maduro no es líder de nadie. Su moneda siempre ha sido el voto y con millones de actas en impresas, confirmó los venezolanos y al mundo, que Maduro no es un presidente legítimo. Su Nobel provoca un eco global: la paz no es posible bajo dictaduras. 
  • Reconocida por su resistencia no violenta. El Nobel llega después de una serie de premios internacionales —como el Sájarov y el Václav Havel— que ya habían destacado su defensa pacífica de los derechos humanos. El Comité Nobel destacó su papel en mantener “la llama de la democracia en medio de la oscuridad creciente”, un reconocimiento a su apuesta por el cambio sin armas, incluso mientras Maduro endurece la represión y la militarización. Machado dedica el premio “a todos los venezolanos que no se rinden” y asegura que su lucha es, más que personal, colectiva.

“Por su trabajo incansable en la promoción d los derechos democráticos y su lucha por una transición pacífica de la dictadura a la democracia”. Comité Noruego del Nobel. 

LO PODRÍA CAMBIAR TODO

Aunque Maduro aún mantiene el control militar, el Nobel coloca a Machado bajo la mirada del mundo. Analistas creen que el reconocimiento internacional podría ofrecerle cierta protección política ante el régimen y revitalizar la presión interna por una transición. Para muchos venezolanos, es la primera noticia en años que despierta algo parecido a la esperanz y para América Latina también manda un mensaje: el autoritarismo no tiene lugar en el siglo XXI.

María Corina Machado vive –en este momento– en la clandestinidad en Venezuela, tras la agresiva persecución del régimen de Nicolás Maduro. Y como ella misma dice: obligada a la clandestinidad pero nunca al exilio. 

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