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Tierra y tecnología bajo sospecha

Photo by Tim Mossholder / Unsplash

La presencia de empresas chinas en tierras agrícolas estadounidenses, en especial cerca de bases militares, ha generado creciente inquietud entre funcionarios de seguridad nacional. El exasesor David Feith advirtió que el acceso a terrenos, edificios o centros de datos podría facilitar operaciones de espionaje o sabotaje, dada la tecnología moderna. Puso como ejemplo los ataques con drones de Ucrania en Rusia, recordando que la guerra actual se libra tanto con armas como con infraestructura. Según Feith, “poseer tierra es una forma de guerra completamente nueva”.

DEL MOLINO AL MINADO

Las sospechas no se limitan a la agricultura. La expansión de minas de criptomonedas con respaldo chino en EEUU también preocupa por su capacidad para recolectar datos o afectar la red eléctrica. En 2024, la Casa Blanca ordenó el cierre de una operación de este tipo en Wyoming, cercana a una base de misiles nucleares. La conexión entre ubicación, potencia energética y acceso tecnológico convierte a estas instalaciones en posibles puntos de vulnerabilidad. Para Feith, su cercanía a sitios militares es un “riesgo estratégico evidente”.

LA NUEVA FRONTERA DE LA SEGURIDAD NACIONAL

Aunque las empresas chinas poseen menos del 1% de la tierra agrícola estadounidense, la tensión geopolítica amplifica el riesgo. La ley china obliga a las corporaciones a cooperar con su gobierno, lo que, según expertos, anula las garantías de independencia corporativa. Por eso, el plan de seguridad de Trump busca más transparencia, sanciones y límites a la compra extranjera de terrenos sensibles. En un contexto donde los datos, la energía y la tierra son armas potenciales, EEUU redefine qué significa proteger su propio patio.

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