Trump viajó a Israel para dirigirse al Knesset, el parlamento israelí, en un discurso que mezcló política, diplomacia y bastante estrategia. En un momento clave tras la liberación de los últimos rehenes en Gaza, el presidente buscó presentar su visita como el inicio de una nueva etapa para la región.
Habló de paz, de cooperación y de estabilidad, pero también dejó claro que Estados Unidos seguirá siendo un actor central en la ecuación del poder en Medio Oriente. Su tono fue más moderado que en otras ocasiones, aunque no por eso menos directo: elogió a Israel, envió señales a Irán y aprovechó para reforzar su vínculo con el primer ministro Benjamín Netanyahu. Más que un mensaje aislado, fue un intento de redefinir su papel en un escenario que sigue siendo tan político como simbólico.
UN CAMBIO DE ERA
Luego de su discurso en el parlamento israelí, Trump llegó a Egipto con un objetivo claro: presentar la paz en Gaza no solo como un acuerdo, sino como un cambio de era en Medio Oriente. Más allá de la solemnidad, el encuentro –junto a líderes árabes y europeos– reflejó algo más: el regreso de Estados Unidos como mediador central.
- Más que poner fin a la guerra. Trump presentó el tratado como un punto de inflexión que no solo termina la guerra en Gaza, sino que abre una nueva era de cooperación regional. El pacto incluye compromisos de reconstrucción, coordinación en seguridad y un mecanismo internacional de supervisión liderado por Estados Unidos. Sin embargo, los detalles sobre el futuro de Hamas y la administración civil de Gaza aún no están claros. ¿La clave? No, no será la firma, sino la capacidad de mantener la paz en un terreno político volátil.
- Un escenario cuidadosamente organizado. La cumbre reunió a una lista de invitados que simbolizan tanto la reconciliación como la complejidad regional. Participaron líderes como Abdel Fattah el-Sisi, Recep Tayyip Erdogan y el emir de Qatar, junto a figuras europeas como Keir Starmer y Giorgia Meloni. Cada uno llegó con motivaciones propias: Egipto buscando reafirmar su papel diplomático, Turquía intentando recuperar influencia y Qatar reforzando su papel financiero y político.
- El otro lado del acuerdo. El pacto también busca revitalizar los Acuerdos de Abraham, ampliando la red de países que reconocen formalmente a Israel. Trump mencionó que varios gobiernos árabes han expresado interés en sumarse, lo que podría consolidar un bloque regional más estable, aunque aún profundamente dividido en cuestiones políticas y religiosas. Pero… Detrás de ese optimismo persiste la duda sobre si esta “paz negociada” logrará sostenerse cuando los intereses vuelvan a chocar.
PODER Y DIPLOMACIA
El acuerdo en Egipto es una demostración tanto de poder político tanto como de diplomacia. Trump no solo firmó la paz, firmó una narrativa: la de un líder capaz de resolver el conflicto más antiguo del mundo a su manera. En un contexto global marcado por desconfianza y digamos “cansancio”, su mensaje es tan claro como calculado: Estados Unidos sigue mandando, y él —al menos por ahora— sigue siendo la voz más fuerte en esa mesa.