El dominio de Estados Unidos en inteligencia artificial ya no solo se mide en innovación, sino en poder global. Un nuevo informe de JPMorgan Chase advierte que la AI está reconfigurando alianzas, economías y formas de guerra. Tras la adquisición parcial de Intel y los acuerdos con Nvidia, Washington se perfila como un Estado inversor que mezcla política industrial y estrategia militar. El futuro, dice el informe, se parecerá menos a Silicon Valley y más a un laboratorio estatal con uniforme.
POPULISMO, ARANCELES Y DATOS
El informe sugiere que la AI avivará el populismo y la tensión entre apertura e identidad nacional. Las políticas de Trump —aranceles, límites migratorios y recortes en ciencia— podrían frenar la innovación que hoy sostiene su liderazgo. Mientras tanto, China responde con su propia estrategia de control: amenaza con restringir tierras raras y prioriza una AI “patriótica”. La rivalidad tecnológica se convierte así en un espejo del conflicto político global: quién controla la información, controla el relato.
LOS NUEVOS BLOQUES TECNOLÓGICOS
El mapa que pinta JPMorgan Chase tiene siete polos de poder. Estados Unidos y China compiten por la vanguardia; Europa intenta reducir su dependencia; y los fondos del Golfo compran infraestructura energética para alimentar la próxima generación de modelos. La AI ya no es una herramienta, sino una frontera: decide quién diseña los algoritmos y quién los obedece. Como en la era nuclear, la ventaja no será del país con más datos, sino del que sepa convertirlos en poder.