Y pasamos del scroll a los memes. Pero todo con un mensaje entre líneas.
De todas las enmiendas que podrían volver a escena este año, pocos esperaban que fuera la Tercera. Pero en un país donde los debates constitucionales se mezclan con memes, la prohibición de alojar tropas en casa durante tiempos de paz vuelve a ser tema. No por una guerra, sino por baños: el rechazo de algunos negocios en Chicago a permitir el acceso a agentes federales durante redadas migratorias.
Lo que empezó como un gesto de resistencia cívica reabrió una discusión más profunda sobre los límites del poder federal, el derecho a la propiedad privada y hasta dónde puede llegar la autoridad del Estado.
The third amendment rn https://t.co/8FCDf6XzkC pic.twitter.com/XRuX2GelkT
— gore (@borqster) October 9, 2025
Los memes vuelan en las redes y nosotros volamos a contarte el contexto. Todo comenzó cuando la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, se quejó de que a oficiales federales se les negó el uso de baños o la entrada a restaurantes, alegando que los dueños invocaban el “espíritu” de la Tercera Enmienda. O sea, cómo le van a hacer eso a los soldados que “están haciendo su trabajo”.
Aunque la enmienda, ratificada en 1791, prohíbe el alojamiento forzoso de soldados en viviendas privadas —no la entrada a negocios—, en redes sociales reinterpretaron su esencia: la idea de que el gobierno no puede imponer su presencia dentro de espacios civiles sin consentimiento. A eso se suman las nuevas directrices del gobierno, que flexibilizan las restricciones para que ICE y la Guardia Nacional operen en lugares antes considerados “seguros”, como escuelas, hospitales o iglesias.
El resultado ha sido un cóctel de confusión, tensión legal y viralidad. Las plataformas se llenaron de memes que mezclan historia y política, ironizando sobre un país donde un artículo constitucional del siglo XVIII se invoca para defender la privacidad de un baño público. Pero más allá de que esto genera risas, el tema revela algo más serio: el creciente roce entre las libertades civiles y el uso de la fuerza federal en las ciudades.
Y ahí está la ironía: el país que convirtió el “don’t tread on me” en mantra patriótico ahora debate si un agente federal puede usar el baño en un restaurante. Detrás del humor hay algo incómodo, (una tensión entre autoridad y libertad que no se resuelve con un meme). Tal vez por eso el Tercer Amendment revival no es solo un chiste: es un espejo, y lo que refleja no siempre da risa.