Aunque Donald Trump no aparezca en la boleta de Virginia, su sombra se siente en cada anuncio, cada discurso y hasta en los debates. Los candidatos juegan al gato y al ratón con su nombre: unos lo abrazan, otros lo esquivan, pero nadie puede ignorarlo. Las elecciones estatales se han convertido en un divertido “juego del efecto Trump”, donde su influencia es tan directa como invisible.
Trump: estrella invitada, aunque no compre boletos
En Virginia, la contienda entre la demócrata Abigail Spanberger y la republicana Lt. Gov. Winsome Earle-Sears es menos cerrada que en otros estados, pero la presencia de Trump se nota. Según CNN, los asesores del expresidente mantienen distancia estratégica, aunque anuncios de campaña y debates lo mantienen en el escenario: es como ese tío polémico que todos mencionan en las reuniones familiares.
“El efecto Trump está en plena exhibición en anuncios de campaña enfrentados. Spanberger y Earle-Sears reflejan, directa o indirectamente, cómo la presidencia de Trump sigue marcando la política estatal”, reportó CNN.
Entre fanáticos y cansados
El presidente energiza a los seguidores más leales (votantes republicanos) y despierta alertas en los que ya no lo soportan. Como recuerda The Spectator World, su influencia es un test para ambos partidos, un “termómetro de paciencia” para 2026:
“La gente, francamente, puede sentir remordimiento del votante. Estamos apostando a ese remordimiento”, afirmó Andre Sayegh, alcalde de Paterson, Nueva Jersey, refiriéndose al impacto que Trump puede tener en votantes hispanos y suburbanos.
En Virginia, el factor económico y la gestión local también juegan un rol crucial. Cientos de miles de trabajadores federales y contratistas, además de personal militar activo, viven en el estado y observan cómo la política nacional puede afectar su día a día. La presencia indirecta de Trump añade un ingrediente picante a la mezcla, incluso cuando el debate gira en torno a infraestructura, impuestos y educación.
Culpar o aplaudir: el efecto Trump en acción
En campañas por todo el país, Trump es un comodín. Se le culpa de los fracasos, se le aplaude por los logros, y en Virginia no es distinto. CNN cita la broma del republicano Jack Ciattarelli en Nueva Jersey:
“Si pinchas una llanta de camino a casa hoy, ella va a culpar al presidente Trump. No hay nada que ella no culpe al presidente”.
Aunque sea de otro estado, la lógica aplica: Trump es la referencia rápida para explicar lo bueno, lo malo y lo feo en la política.
Trump no aparece en la boleta de Virginia, pero su influencia es innegable: actúa como brújula para unos y desafío para otros, energizando y molestando a partes iguales. Cada voto del 4 de noviembre será un pequeño veredicto sobre su poder residual y un adelanto de cómo ambos partidos lidiarán con su sombra de cara a 2026. Al final, Trump sigue siendo el invitado que todos miran, aunque no haya comprado boletos.