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Yuki Nakandakari reinventa Thanksgiving latino con sabor y tradición

El chef peruano-japonés Yuki Nakandakari celebra Thanksgiving con tamales, hallacas y pavo, fusionando tradición latina y creatividad culinaria en cada plato.

Yuki Nakandakari es un reconocido chef peruano-japonés radicado en Washington D.C., con una destacada trayectoria en la escena gastronómica de Estados Unidos. Ha liderado las cocinas de prestigiosos restaurantes como Yara Rooftop en el Marriott Capitol Hill, Chalaco’s en Filadelfia, Pisco en Baltimore y Ocopa en Washington D.C., este último incluido en la Guía Michelin Washington DC 2017, donde sus creaciones fueron elogiadas por los inspectores. Actualmente es Chef Ejecutivo de Ceviche Brothers, un exitoso pop-up que celebra los sabores marinos del Perú en el área metropolitana del DMV. Además, es anfitrión y creador del primer talk show peruano en EE.UU., Loreando Entre Causas, y conductor habitual del programa televisivo Sabor & Fusión por SurPerú.

Yuki también destaca como columnista y colaborador gastronómico en diversos medios latinos de Estados Unidos, entre ellos Somos Baltimore Latino, Líderes USA, Washington Hispanic, El Tiempo Latino, El Pregonero, Impacto Latino y El Especialito, desde donde comparte reflexiones sobre gastronomía, identidad cultural y comunidad. Ha sido distinguido con premios como Outstanding Professional of the Year 2015 por la Cámara de Comercio Hispana de Maryland, el Certificate of Congressional Recognition por la Cámara de Representantes de EE.UU., y el Special Senate Recognition en 2017. También recibió un reconocimiento especial de la Oficina Comercial del Perú en Nueva York por su labor de difusión de la cocina peruana. Ha sido invitado especial en destacadas ferias gastronómicas como Perú Fusión (New Jersey), Peru to the World Expo (Nueva York y Texas) y PeruFest (Miami), consolidando su rol como embajador de la gastronomía peruana en el extranjero. En 2025 fue nombrado miembro de la Junta Directiva de la Peruvian American Chefs Association (P.A.CH.A.) y actualmente se desempeña como Director Culinario del certamen Top Peruvian Chef, promoviendo el talento peruano en Estados Unidos.

🦃 Thanksgiving a lo Latino: con tamales, hallacas y corazón

Se fue octubre. Entre turrones, anticuchos y procesiones, el Señor de los Milagros se despidió envuelto en incienso y fe. Halloween pasó volando, con niños disfrazados de KPop Demon Hunters y adultos que todavía creen que disfrazarse de zombie rejuvenece, entre ellos yo. Y sin darnos cuenta, ya llegamos a noviembre: el mes del “friecito rico”, de los árboles vestidos de rojo, amarillo y naranja, del olor a canela y manzana caliente, y de esa sensación de que el año ya va diciendo “ya fue, nos vemos en enero”.

Foto: Yuki Nakandakari - Inca's Food Trail.

Y es que noviembre tiene su plato fuerte: Thanksgiving, o como lo hemos bautizado muchos de este lado del continente, el Día de Acción de Gracias... El día del pavo, a lo latino. Porque sí, aunque nació como una celebración puritana hace casi 400 años, entre colonos y nativos americanos agradeciendo la cosecha, hoy se ha transformado en algo mucho más grande. Para quienes dejamos nuestros países buscando nuevos sueños, este día se ha vuelto una fecha simbólica. Es la oportunidad perfecta para dar gracias por la vida que construimos aquí, por las amistades que se volvieron familia, y por seguir conservando nuestras raíces — aunque el pavo venga relleno de sazón tropical, caribeña o andina.

🎶 De los puritanos al sazón latino

Thanksgiving empezó como una simple comida de gratitud entre colonos ingleses y los pueblos originarios que les enseñaron a sobrevivir en la nueva tierra. Pero con el tiempo, se convirtió en una fiesta nacional, y después, en algo universal: una excusa para reunirnos, comer bien y dar gracias. Y nosotros, los latinos, lo adoptamos con tanto entusiasmo que lo reinventamos.

Porque, seamos sinceros, un Thanksgiving latino sin sazón, sin música, sin risas, no es Thanksgiving. En nuestras mesas no faltan el arroz con frijoles, el lechón, el pernil, el ceviche, la ensalada rusa, los tostones, las empanadas, las hallacas, los tamales, el pastelón de plátano, y hasta el vino espumante que trajo el tío que no cocina pero siempre quiere brindar.

🌽 El nuevo símbolo latino: los tamales

Algo curioso ha pasado en los últimos años: los tamales se han convertido en plato infaltable en las cenas de Acción de Gracias latinas. Cada país tiene su versión: los tamales mexicanos con su salsa verde o roja; los salvadoreños envueltos en hoja de plátano; los nicaragüenses y sus nacatamales gigantes; los dominicanos que los acompañan con aguacate; y, claro, las hallacas venezolanas, que para mí son una obra de arte culinaria.

Te cuento algo personal. Yo, que soy peruano, crecí con los tamales como desayuno de domingo, junto al pan con chicharrón y su cafecito pasado. En mi casa éramos seis más el perro, y mi mamá compraba dos tamales familiares. Los cortaba en tres partes iguales —o eso decía ella—, pero nunca eran tan iguales que digamos. A uno le tocaba el pedazo con el huevo y la aceituna, al otro el trozo con el chancho o el pollo, y a mí, con mi suerte de siempre, me tocaba el pedazo con el ají. ¡Pura malicia divina! Por años, los tamales fueron para mí un trauma culinario disfrazado de desayuno familiar.

Hasta que un día probé las hallacas venezolanas… y ahí todo cambió. Descubrí que hay tamales donde el relleno va de cabo a rabo, donde cada bocado sabe a carne, pasas, alcaparras y amor. Además, el aderezo de la masa tiene un sabor muy similar al de nuestros tamales peruanos, pero con ese toque caribeño que los hace únicos. Como sus mujeres. Desde entonces, tengo que decirlo con total respeto y sin banderas: para mí, los mejores tamales latinoamericanos son las hallacas venezolanas. Y si algún mexicano me está leyendo, que me perdone el sacrilegio, pero a veces la verdad también lleva hoja de plátano.

🍗 Nuestro propio significado de “dar gracias”

Con el paso de los años, Thanksgiving se ha convertido para muchos latinos en un día de reflexión y gratitud, pero con sabor a casa. No todos crecimos con esta tradición, pero la hemos hecho nuestra, adaptándola al calor de nuestra gente y a la realidad de nuestras familias.

Foto: Yuki Nakandakari - Inca's Food Trail.

Damos gracias no solo por el trabajo o la salud, sino por los sacrificios que hicimos al dejar nuestro país, por los sueños cumplidos, por los hijos que ya hablan inglés mejor que nosotros, y por los nietos que crecerán con el corazón dividido entre dos banderas y una misma mesa.

Y lo más hermoso es que cada familia latina le pone su propio toque. Unos rezan, otros brindan, otros bailan. Algunos hacen una cena elegante, otros arman un potluck donde cada quien lleva su plato — y ahí es donde uno viaja por América Latina sin moverse del comedor. Ahí te das cuenta que la identidad latina no está en un solo país: está en los sabores compartidos, en las risas, en la nostalgia, en la música y en el olor del ají, el comino y el maíz que se mezclan sin fronteras.

🍹¿Y el pavo? Que no falte el toque sabrosón…

Porque sí, el protagonista sigue siendo el pavo, pero los latinos ya lo hemos versionado de mil formas: pavo a la criolla, pavo al achiote, pavo al adobo, pavo relleno de mofongo, pavo con salsa de tamarindo o con ají amarillo, y hasta pavo al Pisco Sour (que, dicho sea de paso, no recomiendo repetir sin supervisión 😅).

Este año me animé a preparar algo distinto: un pavito en salsa anticuchera, con ají panca, ají mirasol, chicha de jora, vinagre blanco, ajo, comino, orégano, sal y pimienta. Lo dejo marinar dos días, y lo relleno con arroz, trigo, choclo, salchichas kielbasa, un toque de miel y un chorrito de chicha de jora. Te juro que el olor que sale del horno es tan tentador que ni el tío más gruñón puede quejarse.

Al final, Thanksgiving se ha vuelto un espejo de lo que somos: una mezcla maravillosa de culturas, idiomas, sabores y memorias. Un día donde recordamos que la gratitud no se mide en platos, sino en abrazos. Y que, aunque el pavo sea gringo, el corazón que lo cocina late en español.

Y después no digas que no te dije…

“La comida es como la música, las mejores piezas se comparten…”

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“Y después no digas que no te dije…

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