Si sólo tienes unos segundos, lee estas líneas:
- Robert F. Kennedy Jr., secretario de Salud, ordenó en mayo de 2025 a la FDA revisar los ingredientes y estándares nutricionales de las fórmulas infantiles.
- La leche de fórmula es una alternativa segura y regulada para los bebés que no pueden ser amamantados, según la FDA, encargada del control de alimentos y medicamentos. Los expertos aconsejan usar agua limpia al preparar la fórmula, consultar al pediatra antes de cambiar de marca y no fabricarla de forma casera.
- No hay evidencia de que la leche de fórmula cause autismo ni de que los aceites de semilla que contiene sean inflamatorios, al contrario de lo que indican algunos contenidos. Lo que sí preocupa a algunos expertos es el exceso de azúcar en algunos productos.
La leche materna es la mejor opción nutricional para los bebés sanos durante sus primeros meses de vida. Existe un sólido consenso científico sobre este asunto por parte de instituciones científicas como los CDC, encargados del control de enfermedades, la Academia Americana de Pediatría, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). Estos organismos recomiendan que los recién nacidos inicien la lactancia en sus primeras horas de vida, que esta sea exclusiva durante los primeros seis meses y que se mantenga hasta los dos años o más mientras se van introduciendo alimentos complementarios adecuados a partir de los seis meses.
Sin embargo, no siempre es posible ofrecer al bebé leche materna, bien por deseo o imposibilidad de la persona que lo amamanta o bien porque no se dan las condiciones necesarias para ello. Es entonces que se presenta la opción de recurrir a la leche de fórmula. De hecho, en Estados Unidos, muchos bebés “dependen de la fórmula infantil para su nutrición, ya sea parcial o total”, según la FDA, encargada del control de alimentos y medicamentos.
En este contexto, Robert F. Kennedy Jr., secretario de Salud y Servicios Humanos (HHS), ordenó en mayo de 2025 a la FDA revisar los ingredientes y los estándares nutricionales de las fórmulas infantiles, algo que no se hacía desde hace casi tres décadas.
¿Qué es la leche de fórmula?
La fórmula infantil es un alimento que puede ser la única fuente de nutrición para los bebés más pequeños como alternativa a la leche materna, indicó la FDA. El organismo explicó que a partir de los 6 meses es posible empezar a alimentar al bebé también con otros alimentos.
“Alrededor de los 6 meses, cuando empiece a alimentar a su bebé con alimentos sólidos individuales, aproveche esas experiencias ofreciéndole diversos alimentos de todos los grupos alimenticios: verduras, frutas, cereales, proteínas y lácteos”, indicó. Una dieta variada, según la FDA, ayuda a los bebés a “obtener los nutrientes esenciales para su desarrollo”.
El organismo explicó que estas fórmulas están diseñadas para bebés sanos nacidos a término y pueden elaborarse con leche de vaca, cabra o soja. Algunas se adaptan a necesidades digestivas comunes, como las parcialmente hidrolizadas (más fáciles de digerir), las fórmulas para el reflujo ácido (espesadas) o las sin lactosa (para quienes no lo toleran).
Como indicó la FDA, también existen fórmulas especiales, indicadas para bebés con condiciones médicas específicas: alergias graves, errores metabólicos, prematuros o problemas digestivos. Estas fórmulas suelen requerir prescripción médica.
¿Es segura la leche de fórmula?
La FDA garantiza la seguridad de la leche de fórmula infantil mediante estrictas regulaciones que exigen a los fabricantes notificar y demostrar el cumplimiento de estándares nutricionales y sanitarios antes de su venta. Supervisa que las fórmulas incluyan 30 nutrientes esenciales en niveles seguros, realiza inspecciones anuales en las plantas de fabricación, exige pruebas para detectar contaminantes y puede ordenar retiros del mercado si hay riesgos.
La orden de Kennedy Jr. busca aumentar las pruebas para detectar contaminantes y metales pesados en la fórmula infantil. El debate sobre la seguridad de estos productos se reactivó tras su anuncio.
Steven Abrams, experto en nutrición infantil de la Universidad de Texas, indicó que la fórmula ha sido ampliamente utilizada en los EE. UU. durante aproximadamente 6 décadas, alimentando a generaciones de bebés que han prosperado.
El experto aseguró a la agencia AP que los productos con fórmulas actuales en Estados Unidos continúan siendo seguros y nutritivos. Pese a ello, destacó que la comunidad científica en general ha estado pidiendo una reevaluación de las fórmulas infantiles durante años y “apoya plenamente esta idea de una mirada integral”. “Ha habido mucha ciencia y queremos que las reglas de la FDA se alineen con la ciencia más reciente de todo el mundo”, explicó.
Un informe de Consumer Reports publicado en marzo de 2025 halló, tras analizar 41 fórmulas para bebés, que aproximadamente la mitad de las muestras contenían niveles “potencialmente dañinos” de al menos un contaminante. Sin embargo, la otra mitad de las muestras presentaba niveles bajos o nulos de sustancias químicas preocupantes. Algo que, según los investigadores, “demuestra que existen muchas buenas opciones en el mercado”. En esta web es posible consultar cuáles fueron las “mejores” y las “peores” opciones, según el análisis.
Los investigadores aconsejan recordar que los contaminantes ambientales están presentes en los alimentos, incluso en la leche materna. “Todos los contaminantes de nuestras pruebas (arsénico, plomo, BPA, acrilamida y PFAS) también se han detectado previamente en la leche materna, los alimentos y el agua”, explicaron.
El informe de Consumer Reports advierte que, aunque puede ser preocupante saber que algunas fórmulas infantiles contienen trazas de metales pesados o químicos como PFAS, estas siguen siendo la única opción segura y nutricionalmente adecuada para los bebés que no pueden o no deben ser amamantados.
Los autores recomiendan mantener la calma y consultar siempre al pediatra antes de cambiar de marca. También aconsejan usar agua limpia o filtrada para mezclar la fórmula y
No hay pruebas de que la leche materna o de fórmula provoque autismo
En las últimas semanas también circularon desinformaciones sobre la alimentación con leche materna o de fórmula y su supuesta relación con el autismo. “Estudio demuestra que casi el 100% de los niños con autismo consumieron leche materna y/o fórmula. ¿Casualidad, no lo creo? Urge reevaluar la nutrición de las infancias”, indicó una publicación de X (antes Twitter).
Este contenido incluye una captura de pantalla de un supuesto estudio. No obstante, basta con mirar algunos detalles para darse cuenta de que no se trata de un estudio real. Para empezar, la revista en la que supuestamente fue publicado no existe: se llama Journal of Correlative Nonsense Studies (“Revista de Estudios sobre el Sinsentido Correlativo”).
Además, los autores también aparecen afiliados a instituciones ficticias, como el “Departamento de Razonamiento Circular” y el “Instituto de Auto-Confirmación”. De hecho, desde Factchequeado hemos encontrado otra publicación en Instagram de la misma imagen en la que se indica que “es una sátira”.
La afirmación de que la leche materna o de fórmula provoca autismo carece de evidencias científicas. Por el contrario, la evidencia actual sugiere que la lactancia materna puede estar asociada con una menor probabilidad de desarrollar rasgos autistas o un diagnóstico de trastorno del espectro autista (TEA) en comparación con la ausencia o menor duración de la lactancia materna.
La Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics) señala que los niños con TEA son menos propensos a haber sido amamantados y que la lactancia materna se asocia con una reducción del riesgo de TEA.
No hay pruebas de que los aceites de las leches de fórmulas sean inflamatorios
Circulan contenidos que indican que los aceites de semilla que contiene la fórmula infantil son perjudiciales para el bebé y argumentan que causan inflamación. Pero no hay evidencias de que sea así.
Las fórmulas para bebés están diseñadas para imitar la leche materna. Amy Reed, dietista registrada y portavoz de la Academia de Nutrición y Dietética, explicó a The Washington Post que los aceites de semilla se añaden a las fórmulas infantiles para reproducir el contenido graso de la leche materna. Estos aceites provienen de diversas plantas, como la soya, la canola, el maíz y el girasol.
“Sabemos que la leche materna es el estándar de oro, pero cuando tratamos de imitarla en una fórmula, cada ingrediente está ahí para apoyar el crecimiento y desarrollo del bebé, no para dañarlo”, dijo Reed.
Steven Abrams, neonatólogo que estudia nutrición infantil en la Facultad de Medicina Dell de la Universidad de Texas en Austin, explicó a FactCheck.org, medio aliado de Factchequeado, que “actualmente, no hay evidencia de que las fórmulas infantiles sin aceites de semillas constituyan opciones más saludables”.
“No existe ninguna preocupación científica sobre estos aceites de semillas de los que hablan”, indicó Mark R. Corkins, profesor de pediatría del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Tennessee en el Hospital Infantil Le Bonheur. Según contó a FactCheck.org, los seres humanos necesitan una dieta rica en grasas al principio de la vida y que los aceites vegetales contienen “algunos de los ácidos grasos esenciales que necesitamos para los tejidos que dependen de las grasas”.
Jerold Mande, profesor adjunto de nutrición en la Escuela de Salud Pública T.H. Chan de Harvard, destacó a The Washington Post que “el 30% de los niños padece alguna enfermedad crónica causada por la alimentación, y eso debería preocupar más a los padres, no la seguridad de las fórmulas aprobadas por la FDA”.
¿Demasiado azúcar para los más pequeños?
La preocupación más importante en relación con la leche de fórmula es el azúcar añadido, según Mande, quien en el pasado ocupó cargos de alto nivel en políticas de alimentación y nutrición en el Departamento de Agricultura y en la FDA. El experto señaló que, si bien la fórmula en general es segura y está bien regulada, los productos estadounidenses contienen más azúcar de la necesaria, y ese exceso debería reducirse.
Barry M. Popkin, profesor de nutrición en la Escuela de Salud Pública Gillings de la Universidad de Carolina del Norte, explicó que la exposición temprana al azúcar en la leche de fórmula puede influir en las preferencias por los alimentos dulces más adelante en la vida del niño.
Además, destacó que estos azúcares no son necesarios desde el punto de vista nutricional, sino que se incluyen para mejorar el sabor, reflejando los hábitos alimentarios más amplios de la sociedad estadounidense. Reducirlos sería “el cambio más significativo e importante que podría hacerse sin afectar los elementos nutricionales requeridos en la fórmula actual.”
Por qué no es recomendable fabricar leche de fórmula ‘casera’
La FDA advierte que no se debe preparar ni alimentar a bebés con fórmulas caseras. “No han sido evaluadas por la FDA y pueden carecer de nutrientes vitales para el crecimiento del bebé”.
Las fórmulas para bebés, al igual que otros alimentos y medicamentos, necesitan seguir las regulaciones de la FDA para que puedan ser comercializadas en Estados Unidos. Como te explicamos en esta nota de Factchequeado, al fabricar leche de fórmula casera existe el peligro de que el lactante se desarrolle sin recibir los nutrientes esenciales en este momento de su vida, lo que puede crear una situación de malnutrición.
Darria Long Gillespie, médica de urgencias certificada y profesora clínica adjunta del Centro de Ciencias de la Salud de la Universidad de Tennessee, explicó que obtener las concentraciones adecuadas de nutrientes, electrolitos y líquidos en la fórmula es crucial, y prácticamente imposible de lograr por cuenta propia. De hecho, cuando en Estados Unidos hubo escasez de fórmula infantil, vio a bebés que llegaban a urgencias con “niveles peligrosos de electrolitos o presión arterial baja, debido a fórmulas diluidas o caseras”.
Además, la leche de fórmula requiere de ciertos tratamientos para asegurar que se administra de una manera correcta y segura y, a su vez, evitar contaminaciones del producto. Esto se consigue siguiendo una serie de pasos (como los que indica el tecnólogo de alimentos Miguel Ángel Lurueña) y siguiendo las instrucciones del envase. La fórmula casera, que no cuenta con ninguna instrucción, tiene más riesgo de causar una contaminación peligrosa para el bebé.