Durante la COP30 en Belém, Brasil, la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) de las Naciones Unidas instó a los negociadores tomar en cuenta a los decenas de desplazados climáticos para llevar a cabo planes de adaptación.
Por Andreína Barreto Jové, Huella Zero
Esto debido a que el impacto del cambio climático, que empeora fenómenos como las olas de calor, tormentas, inundaciones y sequías, causa de que miles de personas tengan que abandonar sus viviendas.
La mayoría de las personas desplazadas por el clima lo hace dentro de su propio país, pero ese desplazamiento interno expone profundas vulnerabilidades sociales y económicas. La ONU advirtió que, sin medidas de adaptación robustas, algunos territorios y países podrían volverse inhabitables o incluso desaparecer bajo el mar en las próximas décadas.
“Las personas que deciden quedarse deben estar seguras, y quienes eligen moverse necesitan hacerlo con dignidad”, afirmó Ugochi Daniels, subdirectora general de la OIM.
Actualmente, la organización desarrolla proyectos en 80 países donde impulsa soluciones lideradas por comunidades locales. Daniels señaló que la cita climática de Belém representa “un punto de inflexión” para consolidar la movilidad humana como una prioridad tanto en la planificación de adaptación como en la financiación para pérdidas y daños.
Voces de quienes han sido desplazados tienen representación en la COP30
El haitiano Robert Montinard vivió el terremoto de 2010, un evento que “duró 10 segundos, pero cambió vidas para siempre”. Tras huir a Brasil como refugiado, ahora encabeza la Asociación Mawon, enfocada en apoyar a quienes reconstruyen sus vidas lejos de casa.
Desde la COP30, Montinard insistió en que los migrantes y refugiados deben participar activamente en la formulación de soluciones climáticas.
Durante la semana de la cumbre, entregó a autoridades brasileñas (incluyendo a la primera dama Rosângela Janja da Silva y a la ministra Marina Silva) una propuesta que solicita la creación de consejos climáticos municipales, acciones frente al racismo ambiental y brigadas comunitarias para la gestión de desastres.
Por su parte, el actor mexicano Alfonso Herrera, embajador de Buena Voluntad de ACNUR para América Latina, señaló en Belém que “las voces de los refugiados han sido silenciadas y deben ser escuchadas”.
Tras recorrer países como México, Venezuela, Honduras y El Salvador, afirmó haber sido testigo directo del costo humano de la crisis climática y de cómo la atención humanitaria y jurídica brinda esperanza a las comunidades desplazadas.
Herrera reconoció la política de acogida de Brasil, considerándola un ejemplo en un contexto global donde muchos países han endurecido sus posturas frente a refugiados y migrantes.
Piden políticas de reconstrucción
Promover políticas que fortalezcan la educación y recuperen el conocimiento ancestral en comunidades afectadas por desastres naturales es una estrategia eficaz para apoyar a las personas desplazadas por los impactos del cambio climático.
Brayland M. Brown, cofundador y codirector de The Smile Trust, resaltó la necesidad de que equipos especializados acudan a las zonas de desastre, evalúen los recursos disponibles y cómo usarlos para que las personas regresen a sus casas y a sus comunidades.
“Debemos preguntarnos cómo estamos creando los espacios necesarios para conservar los conocimientos y permitir que las personas regresen. Si existen lugares, sistemas y políticas que ofrezcan los recursos necesarios para reconstruir las comunidades, la gente estará más dispuesta a volver a casa”, afirmó el activista desde la COP30.
Un llamado a escuchar y proteger a quienes se desplazan
Mientras avanza la negociación climática en la COP30, las historias compartidas por personas desplazadas refuerzan un mensaje claro: la acción climática no se limita a proteger ecosistemas; también implica salvaguardar vidas, garantizar derechos y asegurar que ninguna comunidad quede atrás frente a un planeta en rápida transformación.