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Sin Estados Unidos y sin la suficiente ambición: así terminó la COP30 en Belém

Las negociaciones climáticas estuvieron marcadas por la distancia entre las necesidades de las comunidades ante la crisis y los compromisos exiguos adoptados entre 194 países

El presidente André Correa do Lago durante una consulta con miembros de Naciones Unidas. Photo: © UN Climate Change - Kiara Worth.

Al tomar la palabra, la representante de Colombia Daniela Durán dijo: “La COP de la verdad no puede ignorar la ciencia”. Era la plenaria de cierre de la 30.ª Conferencia de las Partes sobre Cambio Climático (COP30), el 22 de noviembre.

Por Maximiliano Manzoni, Huella Zero

Durán hacía referencia a las palabras del presidente brasileño Luiz Inácio Lula Da Silva en su discurso de apertura de las negociaciones.

“Según el IPCC, aproximadamente el 75% de las emisiones globales de carbono provienen de combustibles fósiles. No hay mitigación si no podemos debatir la transición hacia el abandono de los combustibles fósiles, lo que implica implementarla de forma justa, ordenada y equitativa”, exigió la representante colombiana, antes de rematar con la siguiente frase: “Negar la mejor ciencia disponible no sólo pone el régimen climático en riesgo, sino nuestra propia existencia. Este es un consenso impuesto por el negacionismo climático”.

En concreto, se refería al fracaso inducido por países como Rusia y el Grupo Árabe (Emiratos, Egipto, Catar, Arabia Saudita, entre otros) de lograr que ni siquiera se nombre la palabra “combustibles fósiles” en los numerosos textos negociados, incluyendo la creación de una hoja de ruta de transición energética.

Así, Colombia, en representación de varios países de América Latina, objetaba oficialmente lo que Brasil había hecho pasar por un consenso en la plenaria, creando una situación sin precedentes en la historia reciente de las conferencias del clima.

Ausencias que duelen. Discusiones que lastiman

La ausencia de la administración de Donald Trump dejó a Estados Unidos por primera vez sin representación federal en las negociaciones del clima. Lo cual no significa que lo decidido por los restantes 194 países durante las dos semanas en Belém no involucren el futuro de millones de personas, incluyendo las comunidades latinas.

Uno de ellos fue la imposibilidad de llegar a un consenso sobre la creación de una hoja de ruta para abandonar los combustibles fósiles. Mientras que el mandato ya existe desde hace 2 años, en Brasil se debía definir el ritmo. Es la razón por la cual Colombia objetó la decisión de la plenaria.

Unos 20 minutos después, al retomarse la reunión, la presidencia brasileña a cargo del veterano diplomático André Correa do Lago “lamentó profundamente” que no se pudiesen reabrir las discusiones sobre lo que ya se había considerado aprobado ―pese al rechazo de Colombia― excusándose en la falta de sueño y “tal vez mi avanzada edad”.

Para Ilan Zugman, director para América Latina y el Caribe de 350.org, es claro que “en Belém, los pueblos indígenas, las comunidades tradicionales y quienes están en la primera línea dejaron claro el mensaje: acción climática real significa poner fin a los combustibles fósiles y garantizar el financiamiento que las comunidades necesitan para sobrevivir”.

Zugman lamenta que “la falta de compromisos concretos en el texto final de la COP30 muestra quiénes siguen beneficiándose del retraso: la industria de los combustibles fósiles y los ultra millonarios, no quienes viven la crisis climática día a día”.

Pero no solo la ausencia de una hoja de ruta en combustibles fósiles y deforestación son indecisiones que ponen en riesgo a comunidades latinas en Estados Unidos. Las negociaciones de Belém, que se encauzaron para avanzar en la nueva meta global de adaptación terminaron empantanadas en la disputa entre latinoamericanos y africanos. En particular, por los indicadores que debían ser consensuados para identificar qué proyectos podrían acceder al de por sí exiguo financiamiento para adecuar infraestructuras, escuelas y centros de salud ante cada vez peores incendios forestales o huracanes. 

De acuerdo con un informe compartido por Climate Action Network, algunas de las temáticas decididas tienen que ver con la gestión agrícola adaptada a sequías, inversión en viviendas e infraestructura en ciudades que sean resilientes a eventos extremos y el estrés hídrico producido por inversiones. Pero la lista aprobada al final de la conferencia no fue discutida por años, una de las razones por las cuales en la plenaria, además de Colombia, países como Uruguay y Panamá también protestaron.

Para Carolina Mejía de LATINDADD, ambas situaciones significaron que “Brasil desperdició una oportunidad histórica para que una COP finalmente conduzca a soluciones reales”.

Por su parte, GreenLatinos también lamentó que “la COP30 no logró entregar el paquete completo de justicia que este momento exige”.

“El resultado sobre financiamiento para Adaptación es peligrosamente débil. En lugar, de comprometerse a triplicar la financiación (...) los gobiernos postergaron la meta. Este fracaso deja a comunidades - como las latinas - que ya viven los impactos climáticos con muy poca esperanza de recibir a tiempo el apoyo que necesitan” declaró la organización en un comunicado.

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