Con casi mil obras en su colección, unas 400 de su autoría que tiene en su casa en el vecindario de Columbia Heights, en Washington, DC, el pintor y restaurador uruguayo Julio Mariño mantiene a sus 82 años el entusiasmo y la fuerza para hacer uso de su prodigiosa creatividad y mentalidad innovadora.
“Tiene alma de niño”, dijo su esposa, la traductora uruguaya Miriam Deutsch, con quien Mariño contrajo matrimonio luego de quedar viudo.
En una entrevista reciente con El Tiempo Latino, Mariño explicó la manera en que “nacen” sus obras, para las que emplea distintas técnicas.
“En la vida cotidiana uno tiene momentos amorosos, momentos gráficos, momentos que le marcan a uno ese tiempo. Cuando uno hace un cuadro está ligado a ese problema, ahí es cuando nace la obra”, indicó.
El pintor citó como ejemplo la serie de pinturas dedicadas al amor, donde aparece la etapa de la pareja desde imágenes difusas cuando surge ese sentimiento hasta que alcanza solidez cuando se ve a un hombre y a una mujer que caminan juntos tomados de la mano.
“Esa es la fuerza del amor, no hay mejor tema para desarrollar una obra de arte que no esté hecha con amor”, recalcó.
Mariño contó que llegó a Estados Unidos a los 64 años de edad, dejando una galería que había comprado en Uruguay.
“Todos mis amigos me decían que, sin saber el idioma y con la edad que tenía, a los dos meses iba a estar de regreso en mi país. Y ya hace dos décadas que estoy acá”, puntualizó el artista.
En su casa Mariño tiene a la venta obras de pintores como Julio Verdie, Silvia Vilagrán, Clarel Neme, Mario Giaoya, Carlos Lombardo, Mirtha Lugaro y Martínez Do Campos, entre otros, en su mayoría uruguayos.
El artista recomendó a los interesados comprar una obra de arte en lugar de colocar afiches en las paredes.
“Muchas personas se dejan llevar por un paseo que hacen a los grandes museos y se entusiasman con una pintura y llevan un afiche a la casa y lo cuelgan en la pared con cuatro tachuelas. Eso no es arte, eso es llenar un espacio nomás para tener un recuerdo. Una obra de arte tiene que ser parte de la casa como si fuera un familiar”, puntualizó.
“Hay que saber que una obra, cuando alguien la tiene en la casa, es algo permanente, tiene que convivir con ella, no es alguien extraño”, recalcó.
Como restaurador experimentado de obras de arte, Mariño indica que no tiene problemas en usar distintas técnicas para sus obras, incluyendo óleo, acrílico, crayola y a veces incluso materiales como arena, aserrín “para darles textura”.
“Muchas obras mías, principalmente las abstractas están con arena”, afirmó.
El artista pasó diez años renovando su casa, prácticamente sin la ayuda de nadie.
Una de sus obras maestras, fuera del campo de la pintura, para lo cual hizo uso de sus conocimientos de carpintería, es la elaboración de una isla multifunción en su comedor que la considera “única en el mundo” porque incluyó muchos compartimentos y espacios adaptados a su gusto y al de su esposa.