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Día de las Madres en el DMV: Mucho cariño y una celebración diferente

MATRIARCA. La matriarca de la familia Ocasio, Blanca, junto a su hija Millie en una foto tomada antes de la pandemia. FOTO: Cortesía


           
   

MATRIARCA. La matriarca de la familia Ocasio, Blanca, junto a su hija Millie en una foto tomada antes de la pandemia. FOTO: Cortesía

Todas las noches reza el rosario completo y otro repertorio de oraciones más para sus hijos y nietos. Desde hace algunas semanas, entre sus plegarias incluye a los médicos, a las enfermeras, a los pacientes que sufren en la cama de un hospital… y al mundo; lo primero que le pide a dios es que el dolor y la soledad se acaben para siempre.

Blanca Ocasio aún cree que como la mamá gallina puede cobijar bajo sus alas a todos sus pollitos. Pero estos días sufre y hay momentos en que no logra entender por qué a sus 82 años se ha convertido en una mamá de tiempos de pandemia, quien a sus hijos y sus nietos solo los ve de lejos y les da sus bendiciones por teléfono o en la pantalla de su computadora.

Este Día de la Madre, los Ocasio aún no saben si harán lo que hacen todos los años: llevarla a la casa de uno de sus hijos y prepararle lo que más le gusta, un pastelón de plátano al estilo puertorriqueño, unas verduras con bacalao, sopas y arroz con gandules. También suelen colmarla de flores y de regalitos. “Parece que esta vez no podrán venir a verme, porque no han quitado las reglas de cuarentena y hasta que no terminen esas leyes mis hijos y mis nietos me harán falta”.

Será una fecha atípica, porque si al final Sandra, Millie, Toni y Vivian deciden agasajarla lo harán sin darle un abrazo, porque hay que cuidarla, pues hace dos años le dio una neumonía y está en el grupo de alto riesgo. “También tengo otro hijo que me va a hacer falta. Se llama Pedro Biaggi, le cogí cariño desde que lo conocí. Siempre me llama mamita”, dijo doña Blanca.

Cambio inesperado

El coronavirus la ha encerrado y su hija Millie Ocasio es su único contacto físico permanente con el exterior. Es la que le lleva la comida, las novedades y hasta el té de tilo para calmarle los nervios y ayudarla a dormir. Este cambio de vida de un día para otro le causa mucha tristeza e incomprensión.

“El Día de la Madre siempre ha sido para estar juntos, para cocinar juntos y para querernos juntos”, dijo. “¡Y para que te den regalos!”, le recordó Millie. Doña Blanca no dudó en responder: “La verdad sea dicha, me gusta que me regalen dinero… no importa si son cinco o diez dólares, esos me sirven para comprar los regalos para mis seis nietos en los cumpleaños o la Navidad. Ellos son mis seis flores”.

Aunque el Alzheimer empieza a darle golpes de estado a su memoria, no se olvida que ya son ocho semanas “que no me tiro más allá de la puerta. Esto de no poder salir está muy aburrido”. “Más para ti que tanto te gusta que te abracen”, le recordó su hija durante la entrevista telefónica. “Cierto, me gusta que me abracen que me digan mira esto abuela, mira lo otro abuela, que hagan chistes, que todos hablen al mismo tiempo, eso me llena”.

Distancia y amor

Su querido Pedro, quien solo ha podido hablarle a diario por teléfono y decirle cuánto la quiere, este domingo, aunque sea a tres metros de distancia y a gritos irá a verla. “Ella que es una doña tan apapachada, tan querida y tan mimada por sus hijos, hay que aprovecharla ahora. No es que un día ella me conoció y me dijo ‘vente pa acá’, mi mamá y ella se querían mucho, así que cuando la mía murió me dejó de encargo. Este amor nos sale del alma. Yo soy el payaso y quiero hacerle payasadas”, dijo Pedro Biaggi a El Tiempo Latino.

Blanca, es como fue su madre Francisca, que pese a los años y los cambios aún cree que puede tomar a sus hijos y nietos, como cuando eran pequeños, y llevarlos de aquí para allá, como en caravana. No concibe unas vacaciones y fechas especiales sin todos muy juntitos. Costumbre muy latina que no siempre compatibiliza con el estilo de vida americano.

Unidos por la tecnología

Pero en la era de la tecnología, Internet algo ayuda. Uno de sus sobrinos, Daniel, quien vive en California, el año pasado vino a decirle cuánto la quiere. Este domingo le dirá lo mismo pero por vídeo, como lo viene haciendo durante este confinamiento. De no ocurrir un milagro de esos en los que ella cree y si sus hijos deciden que no vale la pena exponerla, este será un Día de la Madre con flores virtuales, tarjetas electrónicas y con abrazos y besos lejos del umbral de su puerta. Lo que sí habrá como siempre es cariño, eso no hay coronavirus que lo cambie.

Pero, en tono de tristona protesta, doña Blanca insistía que a ella le encantaría verlos, aunque no sea por mucho rato, porque siempre han estado juntos ese día. “No sé si será posible esta vez”, le respondió Millie y Blanca le preguntó por qué “Mamita es por el coronavirus, es por tu bien, si vas al hospital nadie te podrá ver”, le explicó su hija. La abuela hizo una pausa y luego aceptó: “Ella siempre me regaña, pero es porque me quiere y yo la quiero mucho también”.