Este lunes, el gobierno de Joe Biden anunció una nueva campaña que alimentará a 34 millones de niños en hogares de bajos ingresos. Asimismo, Jen Psaki, secretaria de prensa de la Casa Blanca fue la encargada de señalar en conferencia de prensa que la Transferencia Electrónica de Beneficios para la Pandemia se ampliaría hasta los $375 por niños para gastos de alimentación.
The Hill informó que el dinero se entregará a través de una tarjeta que llegará por correo a los beneficiados.
Se estima que el dinero ayudará a cubrir las 10 semanas que los niños no van a la escuela en verano.
Los elegibles incluyen a los niños que reciben comidas escolares gratuitas o con descuento, así como los menores de 6 años que viven en un hogar que forme parte del Programa de Asistencia de Nutrición Suplementaria.
"Este es el esfuerzo de nutrición infantil de verano más grande en la historia de nuestra nación", comentó Psaki, quien recordó que antes de este verano, los programas de alimentación han llegado a menos del 20% de las familias elegibles.
La ayuda forma parte del American Rescue Plan, el cual asigna un total de $350 millones en fondos federales a comunidades estatales y locales para dar apoyo por las dificultades económicas desatadas por la pandemia del COVID-19.
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Durante la jornada, el presidente Biden se pronunció sobre el American Plan Rescue, específicamente el tema de la ayuda alimentaria: "Hoy, estamos lanzando un nuevo programa financiado por el American Rescue Plan para brindar asistencia nutricional a más de 30 millones de niños durante el verano. La ayuda está aquí para garantizar que ningún niño pase hambre en Estados Unidos", manifestó en Twitter.
El plan, que se publicará antes del discurso conjunto del presidente ante el Congreso el miércoles, exige dedicar cientos de miles de millones de dólares al cuidado infantil nacional, pre-kindergarten, licencia familiar pagada y colegios comunitarios gratuitos, entre otros. Será financiado al menos parcialmente por alrededor de media docena de aumentos de impuestos a los estadounidenses e inversores de altos ingresos, cambios propuestos que ya están provocando una feroz oposición en el Congreso y en Wall Street.
Los funcionarios de la Casa Blanca pasaron gran parte de la semana pasada refinando el plan, mostrando la enorme presión a la que están sometidos para incluir o descartar elementos clave mientras intentan satisfacer una variedad de voces en competencia.