De inmigrante indocumentado, trabajador agrícola en los campos de California en los años 80, a director del Departamento de Neurocirugía del hospital Johns Hopkins en Baltimore. Esa ha sido, en una frase, la trayectoria del doctor Alfredo Quiñones Hinojosa. Y esa historia humana, profesional e inmigrante en Estados Unidos le valió al doctor Quiñones Hinojosa ser reconocido por la embajada de México en Washington con la medalla Ohtli, a fines de octubre.
“El Reconocimiento Ohtli, que significa ‘camino’ en Náhuatl, es una distinción que el gobierno de México ha otorgado desde 1996 a mexicanos y mexicano-americanos que han abierto avenidas de progreso para nuestras comunidades en este país”, explicó a El Tiempo Latino el cónsul general de Mexico, Aníbal Gómez Toledo.
“Además, constituye un símbolo importante de los lazos que el Gobierno de México desarrolla con la comunidad mexicana e hispana, así como con aquellos que contribuyen a su empoderamiento en Estados Unidos”.
El doctor Quiñones, conocido como el “Dr. Q”, se ha especializado en el tratamiento de cáncer cerebral. Actualmente imparte la cátedra de neurocirugía y oncología en la Universidad Johns Hopkins; es Director del Programa de Cirugía de Tumor Cerebral en el Hospital Bayview John Hopkins; y también está a cargo del Laboratorio de Células Madre para la detección de tumores en el cerebro de dicho hospital.
En 2009 publicó su biografía titulada “Becoming Dr. Q”, en la que narra cómo transformó su vida y pasó de trabajar como migrante indocumentado a ser uno de los neurocirujanos más destacados de Estados Unidos.
En 2011, el Dr. Quiñones inició un programa denominado “Neurocirugía Comunitaria” para intervenir quirúrgicamente a pacientes de escasos recursos económicos en el área de Guadalajara, Jalisco, con el respaldo del Hospital Johns Hopkins de Maryland y la mexicana Universidad de Guadalajara.
Los poetas Nahua suelen preguntar: “¿Cuál es el camino que debe seguir tu corazón?” y ésta es su respuesta: “El camino recto, ése es el único camino par alcanzar tu destino”.
Y el doctor Quiñones ha seguido ese camino en todas las iniciativas que ha emprendido en su vida, para beneficio de sus semejantes.
“Para el Gobierno de México es de la mayor importancia estrechar las relaciones con la comunidad de origen mexicano que reside fuera de nuestro país, honrando trayectorias como la de Alfredo Quiñones”, fueron las palabras del cónsul Gómez Toledo.
Siendo muy joven, Alfredo Quiñones decidió que su camino debía tomar un rumbo diferente. Decidió que debía abandonar su hogar en Mexicali, en el estado mexicano de Baja California, para irse a Estados Unidos en busca de oportunidades con 19 años.
En su biografía “Becoming Dr. Q”, cuenta: “Las situaciones desesperadas, como las que yo me encontré a los 19 años, requieren decisiones desesperadas. Una vez que tomo la decisión no me podía permitir arrepentimientos. Nada de mirar para atrás, me dije. Tenía que seguir adelante para encontrar mi destino, cruzar la frontera para ver dónde me iba a llevar el camino que se abría ante mi al otro lado… y tuve que subirme a lo alto y saltar”.
Cuando era trabajador agrícola en los campos de California, recolectando tomates, limpiando el campo de malas hierbas, y reparando maquinaria, Quiñones decidió que quería aprender y crecer académicamente, y hacer algo importante por sí mismo y para su familia.
Y emprendió un viaje vital difícil y fantástico para un indocumentado: Quiñones consiguió graduarse de la Universidad de California en Berkeley, y luego como médico de la Escuela de Medicina de la universidad de Harvard. Hoy su sueño lo comparte con su esposa Anna, y sus tres hijos Gabriella, David y Olivia.