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Ex braceros mexicanos exigen justicia

El ex bracero mexicano Aureliano Ramírez Caldera, de 76 años, estuvo en Washington el jueves 19 junto con un puñado de antiguos colegas para exigir el pago de un fondo de retiro cuando trabajó en 1957 en los campos de lechuga, fresa y algodón en California.

“Mi objetivo es que se nos pague” una porción del 10 por ciento que les retuvieron sus patrones, dijo Ramírez, que tiene 8 hijos y 14 nietos, a El Tiempo Latino el martes 24.

El ex trabajador mexicano es uno de los 2.5 millones de mexicanos llegaron a trabajar Estados Unidos ante la escasez de mano de obra en el país bajo el “Programa Bracero” entre 1942 y 1964.

Efraín Arteaga Domínguez, de la Coordinadora Binacional de Braceros, que llevó a cabo marcha primero en Nueva York y luego una protesta ante la Casa Blanca, dijo que una delegación de unas 20 personas visitó a funcionarios del gobierno de Barack Obama y legisladores.

Su esperanza es que, ante el “silencio” del gobierno mexicano para facilitar documentos sobre el programa, los departamentos de Agricultura, Transporte y Trabajo de Estados Unidos abran los archivos del programa para beneficiar a los trabajadores de esa época.

El activista manifestó que en su recorrido, el grupo presentó quejas formales ante el Alto Comisionado de Naciones Unidas en Nueva York y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), cuyo secretario ejecutivo es el mexicano Emilio Álvarez Icaza.

El sacerdote católico mexicano Alejandro Solalinde, que a principios de año encabezó en varios estados del país una caravana por la reforma migratoria, participó en las actividades en solidaridad de los ex braceros, afirmó Arteaga.

“Más vale tarde que nunca”, sostuvo el activista sobre las quejas ante instancias internacionales para que busquen soluciones a los ex braceros.

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