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Inmigración los separa


Mario Meléndez, de 16 años no puede contener las lágrimas cuando habla de su madre, Nelly. "De niño nos separamos porque ella estaba acá. Ahora soy yo quien está aquí y ella en Honduras. Siento un gran vacío sin ella", dice.

Mario Meléndez, de 16 años no puede contener las lágrimas cuando habla de su madre, Nelly. "De niño nos separamos porque ella estaba acá. Ahora soy yo quien está aquí y ella en Honduras. Siento un gran vacío sin ella", dice.

Gerard Sehrer y Nelly Meléndez, durante uno de los viajes del esposo a Honduras, donde se encuentra su esposa desde 2006 sin poder regresar a Estados Unidos por una ley que la castiga al haberse quedado más de 12 meses en EE.UU. indocumentada.

Gerard Sehrer y Nelly Meléndez, durante uno de los viajes del esposo a Honduras, donde se encuentra su esposa desde 2006 sin poder regresar a Estados Unidos por una ley que la castiga al haberse quedado más de 12 meses en EE.UU. indocumentada.

SOLOS. Gerard Sehrer revisa los archivos de Inmigración de su esposa, mientras que el hijo de ella, Mario, mira por la ventana, el 1 .

SOLOS. Gerard Sehrer revisa los archivos de Inmigración de su esposa, mientras que el hijo de ella, Mario, mira por la ventana, el 1 .

TIEMPOS FELICES. Gerard Sehrer y Nelly Meléndez tienen más de seis años separados por una ley de inmigración que la castiga sin poder regresar a EE.UU.

TIEMPOS FELICES. Gerard Sehrer y Nelly Meléndez tienen más de seis años separados por una ley de inmigración que la castiga sin poder regresar a EE.UU.

SOLOS. Mario Meléndez, hijo de Nelly vive con Gerard Sehrer desde enero de 2012. El estadounidense le pudo dar la residencia a él de 16 años y su hermana Isabella, de 22, quien también vive con Gerard.

SOLOS. Mario Meléndez, hijo de Nelly vive con Gerard Sehrer desde enero de 2012. El estadounidense le pudo dar la residencia a él de 16 años y su hermana Isabella, de 22, quien también vive con Gerard.

Gerard Sehrer y Nelly Meléndez, durante uno de los viajes del esposo a Honduras, donde se encuentra su esposa desde 2006 sin poder regresar a Estados Unidos por una ley que la castiga al haberse quedado más de 12 meses en EE.UU. indocumentada.

Gerard Sehrer y Nelly Meléndez, durante uno de los viajes del esposo a Honduras, donde se encuentra su esposa desde 2006 sin poder regresar a Estados Unidos por una ley que la castiga al haberse quedado más de 12 meses en EE.UU. indocumentada.

VIRGINIA. Gerard Sehrer, izq. lleva más de seis años separado de su esposa, Nelly Meléndez. Vive con los hijos de ella, Mario, de 16 años (en la foto) e Isabella, de 22.

VIRGINIA. Gerard Sehrer, izq. lleva más de seis años separado de su esposa, Nelly Meléndez. Vive con los hijos de ella, Mario, de 16 años (en la foto) e Isabella, de 22.

Gerard Sehrer y Nelly Meléndez, durante uno de los viajes del esposo a Honduras, donde se encuentra su esposa desde 2006 sin poder regresar a Estados Unidos por una ley que la castiga al haberse quedado más de 12 meses en EE.UU. indocumentada.

Gerard Sehrer y Nelly Meléndez, durante uno de los viajes del esposo a Honduras, donde se encuentra su esposa desde 2006 sin poder regresar a Estados Unidos por una ley que la castiga al haberse quedado más de 12 meses en EE.UU. indocumentada.

Gerard Sehrer y Nelly Meléndez, durante uno de los viajes del esposo a Honduras, donde se encuentra su esposa desde 2006 sin poder regresar a Estados Unidos por una ley que la castiga al haberse quedado más de 12 meses en EE.UU. indocumentada.

Gerard Sehrer y Nelly Meléndez, durante uno de los viajes del esposo a Honduras, donde se encuentra su esposa desde 2006 sin poder regresar a Estados Unidos por una ley que la castiga al haberse quedado más de 12 meses en EE.UU. indocumentada.

Gerard Sehrer y Nelly Meléndez, durante uno de los viajes del esposo a Honduras, donde se encuentra su esposa desde 2006 sin poder regresar a Estados Unidos por una ley que la castiga al haberse quedado más de 12 meses en EE.UU. indocumentada.

Gerard Sehrer y Nelly Meléndez, durante uno de los viajes del esposo a Honduras, donde se encuentra su esposa desde 2006 sin poder regresar a Estados Unidos por una ley que la castiga al haberse quedado más de 12 meses en EE.UU. indocumentada.

La pareja durante una visita de Gerard Sehrer, en 2011.

La pareja durante una visita de Gerard Sehrer, en 2011.

Tiempo feliz para Gerard Sehrer y Nelly Meléndez, en Honduras.

Tiempo feliz para Gerard Sehrer y Nelly Meléndez, en Honduras.

Washington, DC.- Su mirada y tono de voz lo dicen todo. El estadounidense Gerard Sehrer, de Virginia está desesperado. Vive en carne propia la separación de su familia por una dura y complicada ley de inmigración.

“A mi esposa nunca la deportaron. Tampoco la agarró Inmigración. Sí, vino cruzando la frontera, pero quisimos hacer las cosas de manera legal, actuar con honestidad y terminó siendo lo peor”, expresó Sehrer, de 54 años, el martes 1, en su departamento de Vienna, Virginia.

Sehrer y Nelly Meléndez, la hondureña a quien conoció en 2004  recién llegada a Estados Unidos, se casaron en 2007. Irónicamente desde entonces se han visto obligados a vivir separados “por una absurda ley que castiga a quienes queremos ir por la vía legal. Ella está en Honduras y sus hijos y yo, acá”, dijo.

Tras casarse en Honduras y tramitar papeles pidiéndola como ciudadano, Sehrer se enfrentó a una dura realidad en un complejo mundo de las leyes migratorias. Meléndez recibió un castigo de 10 años que le impide regresar a Estados Unidos por haber vivido más de 12 meses como indocumentada. Ya llevan más de seis años separados.

Cifras que marcan el sufrimiento

La familia Sehrer-Meléndez está pagando un alto costo emocional y financiero por la separación:

• GASTOS LEGALES

$20.000 es el estimado que Gerard Sehrer asegura haber pagado en trámites migratorios desde 2007, que incluye el costo de la solicitud de perdón para la esposa que se quedó indocumentada en el país, la reapertura del caso y apelaciones. Así como trámites para los dos hijos de la esposa.

•  SEPARADOS.

2.250 es el número de días que la pareja se encuentra separada, desde que Nelly Meléndez-Sehrer regresó a su natal Honduras en 2006 para “arreglar” sus papeles. Esa cifra equivale a un aproximado de 74 meses o 6 años y un mes.

•  LLAMADAS.

$1.040 es el costo  aproximado que Gerard Sherer gasta al año en llamadas, en base a  las tarjetas telefónicas de $20 por semana. Él y sus hijastros hablan todos los días con Meléndez-Sehrer.

•  APELACIONES.

3 ha sido el número de veces que ha presentado el paquete de perdón.

DETALLES

Desde la primera cita que Gerard Sehrer  tuvo con  Nelly Meléndez  supo que quería pasar el resto de su vida con ella. La inmigrante hondureña había conquistado el corazón del estadounidense, que en ese entonces tenía 45 años.

Sehrer sabía que convencer a su amada para formar un hogar sería uno de sus grandes retos. La mujer tenía cuatro hijos en su natal Comayagua, por quienes se había arriesgado a cruzar la frontera, ese mismo año, en busca de un mejor porvenir. No se sentía lista para una relación.

Sehrer la convenció. Lo que nunca imaginó fue que dos años después cuando decidieron sellar su romance, sus votos matrimoniales se convertirían en un “hasta que Inmigración los separe”.

“Al casarnos empezó nuestra odisea sin fin”, expresó Sehrer.

Con un tono desesperado y una mirada de angustia el hombre, ahora de 54 años, cuenta que lleva separado de su esposa más de seis años —todo el tiempo de casados— por una dura ley migratoria.

Sehrer, quien nació en Nueva York y se crió en Virginia, es el rostro de los millones de estadounidenses que claman por cambios en las leyes de inmigración. Representa a las 9 millones de personas que forman parte de las familias con “estatus mixto”, que incluye al menos un adulto indocumentado y un niño ciudadano, según el Pew Research Center.

Ley del castigo

A la hondureña le cayó el peso de la conocida “Ley del Castigo”. Bajo esta ley aprobada por el Congreso en 1996, los indocumentados que solicitan la residencia permanente mediante un familiar directo —en el caso de Meléndez a través de su esposo— deben salir del país y obtener una visa en el extranjero. Si el tiempo que estuvo viviendo en Estados Unidos ilegalmente fue de más de seis meses, la persona está prohibida de reingresar por tres años. Si la estadía indocumentada supera el año, la prohibición se eleva a 10 años.

Existe un perdón que las personas pueden solicitar a Inmigración para que les levanten la sanción. “Pero éste no es fácil. Se debe probar que el familiar directo que se queda en Estados Unidos sufrirá una dificultad extrema por la falta del cónyuge, padre o hijo fuera del país”, afirmó la abogada Claudia Flower, en Alexandria.

Cuando en 2006 la pareja decidió casarse, Sehrer no entendía la magnitud de esta ley. Siguió las recomendaciones de un consejero legal y envió a su novia a Honduras por adelantado.“Me dijeron que era mejor casarnos en Honduras y tramitar todos los documentos allí”, contó. Así lo hicieron y se casaron en abril de 2007. Lo que siguió después fue una suerte de tropiezos que complicaron el caso.

Desde Honduras, vía teléfonica, la esposa contó “el día que tenía la cita en el consulado de Estados Unidos aquí, me informaron que no se había presentado el perdón. Allí se me vino el mundo abajo”, comentó. Su castigo: 10 años sin poder reingresar a EE.UU. “La vida se me pasa sin sentido. Espero en Dios que al fin acepten el pedido de perdón que por tercera vez presenté para unirme con mi esposo e hijos”, sollozó.

Rechazan pedido de perdón

“Yo no tenía ni la más mínima idea que existía esa ley. Sabía que con un perdón ella podía regresar. Pero eso ha sido imposible. He apelado el caso, presentado más perdones y hasta hablado con congresistas, pero es como lanzar un grito a la pared. A nadie le interesa”, sostuvo Sehrer.

El estadounidense dijo que le han negado todos los pedidos de perdón por considerar que la separación de su esposa no representa una ‘dificultad extrema’ para él.

“¿Cómo no van a considerar que a causa de no tener a mi esposa estoy más enfermo? Pero no es suficiente me quieren ver muriendo”, expresó al señalar que ha empeorado una condición crónica congénita, relacionada con la presión y el alto de nivel de colesterol.

“El vivir día a día la tensión de no estar con el ser que amas  por más de seis años le acaba la vida a cualquiera”, enfatizó.


Estudio: separación impacta en la salud

Un estudio de salud que analiza la separación de familias con un estatus migratorio mixto, afirma que cuando hay una deportación la pareja que se queda en Estados Unidos experimenta problemas económicos y un estado de salud pobre, al punto de acortar su expectativa de vida.

El reporte “Family Unity, Family Health:  How Family-Focused Immigration Reform Will Mean Better Health for Children and Families”, elaborado por Human Impact Partners (HIP) dice que basado en un estimado de 83.000 cónyuges o convivientes que se quedan en el país después de que el principal proveedor del hogar ha sido deportado, perderá un promedio de 2,2 años de vida.

La esposa de Sehrer no fue deportada. “Pero es como si lo fuera. Está ‘prisionera’ en Honduras”.

“Usted váyase a vivir a Honduras con ella”

“La última recomendación que me dio un funcionario de Inmigración es que me vaya a vivir a Honduras”, dijo Sehrer al sentirse “traicionado” por su propio país, Estados Unidos. “Soy nacido aquí y vivo en carne propia el impacto del sistema roto. Ya no puedo más”, expresó el esposo.

Ellos no tienen ni idea cómo se vive en Honduras ni del alto índice de criminalidad.

De hecho, desde Honduras, Nelly Meléndez dijo, que hace unos días fue asaltada.

“Parece injusto que por actuar honestamente, diciendo toda la verdad sobre el tiempo que mi esposa estuvo ilegal, ahora tengamos que pagar caro con la separación”, agregó.


Consulados no rinden cuentas

La abogada Flower lamentó que “los consulados de EE.UU. no rindan cuenta a nadie. La palabra del cónsul fuera de Estados Unidos se vuelve absoluta. No hay ningún tribunal ni una Corte Suprema a donde la gente pueda apelar sus casos de inmigración”.

En estos casos hay muy poco que se pueda hacer, sostuvo la abogada.


Nueva norma alivia, pero no aplica a los Sherer

En marzo de este año la familia tuvo una luz  de esperanza, el gobierno cambió las normas para acortar el tiempo de separación tramitando desde Estados Unidos la residencia y el pedido de perdón.

La nueva normativa no obliga a salir del país a los indocumentados que son pedidos por sus familiares directos ciudadanos. Pero sí deben ir para la entrevista que les dé el consulado de Estados Unidos en su país de origen para entregarles allí la visa. No necesitan ir mucho tiempo, sólo con una o dos semanas de prioridad a la cita.

“Lamentablemente la ley no aplica a las personas que ya han salido del país como ocurrió con esta familia”, dijo Flower.


Ironía

Lo irónico del caso es que Sehrer tramitó la residencia para los dos hijos menores de su esposa y ésta fue aprobada sin atraso. Mario, de 16 años e Isabella, de 22, llegaron en 2012. “De niño viví varios años separado de mi madre porque ella estaba acá. Ahora de adolescente, soy yo quien está aquí y mi madre allá. La necesito. Siento un gran vacío sin ella. Me niego a creer que no haya solución”, dijo el joven entre lágrimas.

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