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“MIS HIJOS SON UN MILAGRO DE DIOS”

Washington DC.- Cuando Johana Aponte dice que ser madre es un privilegio y un milagro de Dios, lo afirma desde el fondo de su corazón. La joven hondureña casada con un venezolano, asegura que el nacimiento de sus dos niños son la respuesta de Dios a su clamor y a las muchas oraciones de sus más allegados.

Aponte, quien se casó en 2007, no había tenido problemas de fertilidad hasta que en su primer embarazo en 2010 perdió al bebé que estaba creciendo fuera del útero.

“En los primeros días de mi embarazo empecé a sangrar”, contó la mamá residente en Gainesville, Virginia.

“Cuando me examinaron, los doctores se dieron cuenta de que el bebé había estado formándose en las trompas de falopio en lugar del útero. La doctora dijo que el embarazo se tenía que parar y que me tenían que operar”, manifestó.

Me extrajeron una trompa de falopio. “Ese mismo día la doctora me dijo friamente ‘va a ser casi imposible que salgas embarazada’. Sin las trompas yo no podía producir óvulos”, recordó.

“Fue un golpe grande para nosotros”, dijo Aponte. Semanas antes un pastor había orado por ella diciendo que iba a tener un hijo varón. “Yo decía, si Dios me ha prometido un bebé cómo ahora lo pierdo y peor aún, tal vez nunca pueda tener hijos”, lamentó.

Los años siguientes fueron de visitas a los centros de fertilidad.

“Me inyectaban periódicamente óvulos, pero nada daba resultado”, contó Aponte. Una y otra vez sufría una decepción.

Hasta que un día dijo basta al tratamiento y clamó a Dios. “Ya no soportaba más. Era mucho el dolor: físico, emocional y del corazón”, expresó.

“Le dije a Dios: ‘no puedo más te entrego todo a ti’. Yo ya no quería intentar sola con mi propio esfuerzo, sino con Dios. Si él me iba a dar un hijo lo iba a hacer como un milagro”, señaló. “Orábamos mucho con mi esposo. Mucha gente también se unió a la oración”, expresó.

Tiempo después, el 15 de julio de 2012, nació Elijah. “Fue un regalo de Dios. Llegó un día después de mi cumpleaños”, dijo Aponte. A los meses un segundo embarazo los sorprendió. El 10 de octubre de 2013 nació Noah. “Todo lo que sufrí valió la pena. Dios fue demasiado bueno”, finalizó.


“DIOS ME DIO OTRA OPORTUNIDAD DE VIDA”

FUERZA. Andrea Ceballos con la menor de sus tres hijos, Camila de 16 años y su esposo Gustavo Ceballos.



Alfredo Duarte Pereira para ETL

FUERZA. Andrea Ceballos con la menor de sus tres hijos, Camila de 16 años y su esposo Gustavo Ceballos.

Andrea Ceballos no lo piensa mucho, pero cuando hace una pausa para reflexionar sobre los últimos siete meses de su vida y sobre lo que es ser mamá, se dice a sí misma: “pude no haber estado para este Día de la Madre. Dios me dio otra oportunidad de vida”, tal como lo expresó el miércoles 7 de mayo a El Tiempo Latino.

Ceballos fue diagnosticada con cáncer de seno en octubre de 2013, y luego de un intensivo tratamiento de quimioterapias y una primera operación al seno, se recupera.

“Ahora estoy adaptándome poco a poco a mi vida antes del cáncer y entrando a la normalidad. Aún me quedan terapias y quimioterapias una vez al mes pero más leves”, dijo la madre que reside en Burke, Virginia.

Para Ceballos este Día de la Madre será un motivo más de celebración a la vida, aunque confiesa que “no he tenido tiempo de sentarme a pensar qué hacer porque después de todo lo que hemos pasado, nos enfocamos en acomodarnos al ritmo diario”.

Más que recibir regalos o flores, Ceballos quiere hacer de este día un tiempo para estar juntos con su familia.

“Siempre le he huido a la comercialización del día. No soy de celebrar mucho las cosas cuando éstas se vuelven muy comerciales”, dijo. “Para mí lo más importante es estar con mi esposo e hijos”, agregó.

En enero —en medio del proceso de las quimioterapias— la pareja Andrea y Gustavo Ceballos cumplió 25 años de matrimonio.

“Mi esposo ha sido un gran apoyo en todo este proceso”, manifestó la madre, cuyos hijos ya son mayores, Julieta de 23 años; Martin, de 22 y Camila de 16.

Hasta el miércoles 7 la familia no tenía planes para este domingo 11. “Después de ir a la iglesia espero salir a un lugar a pasear. Me encanta hacer actividades al aire libre”, manifestó.

Ceballos añora las celebraciones en Argentina. En ese país el Día de la Madre es el tercer domingo de octubre.

“Siempre nos juntábamos toda la familia, mi mamá, abuela, tías y la pasábamos relindo”, expresó.

Aquí los Ceballos no cuentan con familia cercana. “Tanto la mamá de Gustavo como la mía viven en Argentina. Y para ellas este segundo domingo de mayo no tiene el significado especial. Por lo que una llamada de saludo o el envío de una tarjeta no cobra mucho sentido. Más bien compro las tarjetas y las guardo para enviárselas en octubre”, sonrió Ceballos, quien ahora es una “sobreviviente de cáncer”.


“PERDÍ TRES BEBÉS”

Karen Palomo y su niña Mía, de ocho meses. Su hijo mayor, Matthew tiene 8 años.



Francisco "Chico" Sánchez para ETL

Karen Palomo y su niña Mía, de ocho meses. Su hijo mayor, Matthew tiene 8 años.

Karen Palomo se dedica tiempo completo a sus dos niños: Matthew de 8 años, quien pronto cumplirá 9 y a la pequeña Mía, de 8 meses, quien se ha convertido en la princesa del hogar.

Sin embargo, ser mamá no le fue nada fácil a la inmigrante salvadoreña residente en Arlington, Virginia. Palomo vivió repetidas veces la dura experiencia de perder un bebé antes de nacer.

“En 2004 tuve un primer aborto. Los doctores dijeron que por ser primeriza eso no era algo raro”, contó el martes 6 de mayo.

De hecho, a los meses volvió a quedar embarazada y el 19 de junio de 2005 nació Matthew.

El embarazo fue normal dentro de los límites. Palomo desarrolló preclancia, una condición que afecta a un gran porcentaje de embarazadas. Ésta provoca que la presión arterial de la gestante suba a niveles altos, por lo que tiene que estar en monitoreo.

También desarrolló diabetes estacional. “Pero en términos generales mi embarazo fue normal”, explicó.

Palomo, quien se casó con el amor de su adolescencia, disfrutó cada instante de su primer bebé. “Me quedé en casa dos años cuidando a Matthew, llevándolo a los centros de desarrollo y actividades para infantes. El creció bien sano”, afirmó.

Cuatro años después de dar a luz a su primogénito, la pareja insistió en tener otro bebé.

“Yo creía que todo iba a estar bien, pero en 2009 experimenté mi segunda pérdida”, recordó.

Sumado al daño emocional, este segundo aborto dejó una secuela física.

“Yo había ido a mi doctor para mi chequeo regular. El bebé tenía 2 meses. Al realizarme los exámenes vieron que mis niveles de sangre estaban alterados y me dijeron que tal vez el niño había muerto desde hacía días”, añadió.

Este embarazo fue ectópico, es decir que el óvulo fertilizado se implantó fuera del útero. “Yo ni me di cuenta que había perdido al niño, pero me tuvieron que operar porque me había dañado”, expresó.

El deseo de poder darle un hermanito a Matthew le hizo superar el miedo de las pérdidas y en 2011 nuevamente quedó embarazada.

“Me cuidé bastante en los primeros meses y todo iba bien”, dijo. Pero cuando el bebé iba a cumplir 5 meses sintió un fuerte dolor. “Se me rompió la fuente y me dijeron que el bebé había muerto”, expresó. Ese fue el momento más duro. “Tuve que pujar como si fuera a dar a luz para que el bebé naciera. Lo tuvimos en nuestros brazos y lo cremamos en el hospital”, recordó. Faltaban tres días para Navidad, dijo.

Con las tres pérdidas la pareja se quedó con la idea de que sólo tendrían un hijo.

“Pero después de escuchar una prédica, dijimos vamos a intentar una vez más”, manifestó. “Esta vez es el tiempo de Dios”, dijeron.

No pasó mucho y los síntomas sorprendieron a Palomo durante un viaje de fin de año en 2012.

El 10 de septiembre de 2013 nació Mía. “Ella es la princesa del hogar”, dijo mamá.

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