Washington, DC.- Apenas tiene 5 años pero aparenta 8, dice Enriqueta Juárez cuando habla de su hija Jackeline, la niña diagnosticada con autismo que durante la marcha del pasado 28 de agosto lucía una camiseta que decía “No deporten a mi padre”.
Jackeline tal vez no comprenda en su magnitud lo que pide en su camiseta, pero la frase es una súplica de toda la familia. La deportación es una amenaza latente en los Juárez.
“Todos los días es un temor constante el que sentimos. No sabemos si vamos a salir y podremos regresar”, manifestó el lunes 1 de septiembre, Juárez, oriunda de Veracruz, México.
Su esposo, Oscar Alfaro, de origen hondureño, se enfrentó a una orden de deportación. “Él tenía que irse, pero eso significaba separarnos como familia y que mis niñas crezcan sin su padre”, dijo Juárez. “Pero ahora vivimos con la angustia de que un día toquen a la puerta y sea Inmigración, quien venga a llevarse a mi esposo… y no sólo a él sino a mí y a mi niña mayor de 15 años que nació en México”, agregó.
Para esta madre pensar en ese cuadro la desespera. “Sería terrible para todos, pero más que todo para mi niña más pequeña que requiere de un cuidado especial. El no tener a su padre la devastaría”, expresó.
Jackeline nació en este país y es autista, diagnosticada también con el Desorden de Deficiencia de Atención e Hiperactividad (ADHD, por sus siglas en inglés). “Ella es ciudadana americana y sería terrible que si nos deportaran ella se tuviera que ir con nosotros perdiendo todos los derechos y beneficios que le corresponde”, manifestó la madre.
Juárez dice que la separación familiar sería doble. En un caso que tengan que regresarse a su país, su esposo sería enviado a Honduras y ella y su hija de 15 años a México.
La pareja se conoció en México hace más de 15 años cuando Alfaro emigró de Honduras a ese país. Se casaron y tuvieron una niña. “La situación era muy crítica por la pobreza y la violencia alrededor”, manifestó la mujer.
Hace dos años y medio una prima fue secuestrada en Veracruz. “Ahora no sólo secuestran a los que tienen dinero sino a cualquiera”, dijo. “Toda la familia juntó dinero para el rescate”, añadió.
Alfaro decidió cruzar la frontera en el año 2000. Seis meses después Juárez y su niña mayor que en ese entonces tenía dos años y medio también hicieron la travesía. Ahora la familia vive en DC.
El hecho de no contar con papeles los ha llevado a vivir momentos de desesperación. “Me quedé sin trabajo desde octubre y no he podido conseguir otro. He sometidos varias ‘aplicaciones’ y no sale nada”, dijo la mujer, quien asegura que la despidieron por discriminación.
“Tuve que ir al hospital para un tratamiento médico y pedí permiso pero no me lo dieron. Cuando regresé ya no tenía trabajo”, dijo.
El 28 de agosto la familia marchó frente a la Casa Blanca pidiendo al presidente Obama tomar acción para dar un alivio a miles de indocumentados.