La vida le cambió para bien
ALIVIO. Daniel Niño de 19 años está protegido desde 2012 con la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia.
El último año escolar de Daniel Niño en 2012 fue el año de la frustración y decepción. El joven colombiano de 17 años chocó con la dura realidad del indocumentado. “Yo sabía que mi visa se había vencido y que no teníamos papeles, pero hasta entonces no entendía la magnitud de lo que eso significaba”, dijo a El Tiempo Latino, el joven que reside en Gaithersburg, Maryland.
Mientras que muchos de sus amigos empezaban a obtener sus licencias de conducir y enviar solicitudes para ser aceptados en las universidades, él se vio con las puertas cerradas.
“Cuando quise sacar mi licencia, mis padres me dijeron que no podía porque era ‘indocumentado’. Recién allí me di cuenta de lo que eso significaba en mi vida. Peor aún cuando varios de mis amigos estaban siendo aceptados en las universidades y yo no tenía esperanza”, contó Niño.
Niño llegó a Estados Unidos con su familia cuando tenía 11 años. “Aquí estudié, viví mi adolescencia, tuve mis mejores amigos y mi vida, pero era considerado ‘ilegal’”, dijo.
El estudiante se había resignado a terminar su escuela y trabajar para pagar sus clases en un colegio comunitario. “Yo estaba dispuesto a trabajar en lo que fuera”, indicó.
Sin embargo, su vida cambió cuando en junio de 2012 el presidente Barack Obama emitió una orden ejecutiva para proteger de la deportación y darles permisos de trabajo cada dos años a los jóvenes que llegaron a Estados Unidos siendo niños y que cumplen con otros requisitos.
La medida es conocida como la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés).
Las personas elegibles son los llamados “dreamers” (soñadores): jóvenes indocumentados que llegaron al país antes de cumplir 16 años y antes del 15 de junio de 2007, entre otros requisitos.
El primer día disponible para solicitar DACA fue el 15 de agosto de 2012. Niño estuvo entre los primeros miles que llenaron su solicitud con la organización CASA de Maryland, ese día.
“Mi permiso de trabajo me llegó en los primeros días de diciembre. Me sentí tan feliz por ello”, comentó.
Con el documento, Niño podía trabajar en cualquier sitio sin preocupación. De hecho que lo hizo para CASA de Maryland.
Ahora a los 19 años, el joven que estudia negocios en el Montgomery College planea hacer su transferencia a la Universidad de Maryland.
Dentro de dos meses tendrá que renovar la solicitud para obtener el beneficio por unos dos años más. “Mi vida me cambió por completo. Ahora me siento libre y capaz de poder estudiar y trabajar sin problema. Hasta mi autoestima subió”, dijo,
Sin embargo a Niño le preocupa la situación de sus padres. “Yo estoy bien pero mis padres no. Siempre hay el temor de que los deporten porque no tienen ningún tipo de protección”, finalizó.
Sin ningún tipo de amparo
FRUSTRACIÓN. Enrique López (izq.) espera que Obama emita una orden ejecutiva a favor de los indocumentados
Cuando Enrique López escuchó sobre la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA), un programa federal que permite a cierto grupo de jóvenes indocumentados trabajar legalmente y evitar una deportación, se ilusionó en gran manera.
López, quien había cruzado la frontera sur de Estados Unidos a los 17 años desde su natal Guatemala, se esperanzó e inmediatamente se apresuró a hacer los trámites para obtener el beneficio.
Sin embargo, por no cumplir con el requisito de la edad de ingreso al país, el joven residente en Baltimore, Maryland, quedó fuera del programa tal como sucedió con miles de estudiantes en todo el país.
La noticia le cayó como un balde de agua fría. “No me lo esperaba para nada. Yo estaba ilusionado y pensé que me podía beneficiar con DACA, pero no fue así”, lamentó López, quien ahora tiene 24 años.
Para ser elegible al beneficio de DACA, los jóvenes deben ser indocumentados que llegaron al país antes de cumplir 16 años y antes del 15 de junio de 2007. Además al momento de la solicitud deben haber vivido sin interrupción en Estados Unidos, estudiar en la escuela o haberse graduado de secundaria. No deben tener más de 31 años, ni haber cometido un delito grave o tres menores.
López cumplía con casi todos los requisitos, menos con la edad. “Yo debía haber entrado antes de los 16, pero lo hice a los 17”, dijo.
“Siento que es injusto porque to también soy un ‘dreamer’ con sueños y ganas de superarme, pero sin papeles no puedo”, manifestó el joven.
Aún estudiantes que han solicitado el beneficio de DACA han sido rechazados.
Hasta el primer semestre de 2014, más de 15.000 solicitudes de las 673.000 ingresadas fueron negadas, según datos del Servicio de Inmigración y Ciudadanía (USCIS, por sus siglas en inglés).
“Es muy frustrante y hasta a veces uno llega a un punto de desesperación”, dijo López.
El no poder estudiar o trabajar libremente angustia al guatemalteco, quien cuenta con un sólo familiar en este país. “Mi hermano y yo nos apoyamos y juntos enviamos dinero a nuestros padres, pero a veces no alcanza”, expresó.
De haber tenido DACA, otra sería la historia para este muchacho.
Una encuesta dirigida por un catedrático en la Universidad de California-San Diego, muestra que el programa ha sido un éxito para el medio millón de jóvenes beneficiados.
El 70 por ciento de los amparados con DACA pudo obtener un trabajo; 51 por ciento pudo ayudar a su familia mientras que el 46 por ciento se independizó económicamente.
López apunta sus esperanzas a una extensión de la Acción Diferida para un grupo más amplio de indocumentados. Como millones, espera que el presidente Barack Obama emita la orden ejecutiva que prometió para legalizar a miles, en el caso que el Congreso no aprobara una reforma migratoria.
“Ójala lo haga”, dijo.