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Ella construye puentes culturales

Viene de una familia de creadores. Su padre, conocido artísticamente como Alberto Mariscal, ocupa un lugar destacado en la historia del cine mexicano. Y su madre, María Luisa Rasgado, creció en un hogar de músicos y pedagogos —su abuelo era el compositor mexicano Carlos del Castillo.

“Actualmente mi mamá sigue activa en la enseñanza musical y en la formación de nuevas generaciones de niños y jóvenes mexicanos”, cuenta Laura Ramírez Rasgado, sentada en su oficina del Instituto Cultural de México en Washington, DC.

Ramírez Rasgado es la actual directora ejecutiva del Instituto que es la Sección Cultural de la Embajada de México en Estados Unidos.

Construida en 1910 por los arquitectos Nathan Wyeth y George A. Fuller, —diseñadores del ala oeste de la Casa Blanca— la mansión que ocupa el Instituto fue la casa de Emily MacVeagh, esposa del secretario del Tesoro durante la administración Taft.

“El gobierno mexicano de don Álvaro Obregón compró la mansión en 1921 para albergar tanto la residencia del embajador como la embajada de México”, explica Ramírez Rasgado quien añade que en 1990 la mansión se convierte en sede del Instituo Cultural mexicano: “Un escaparate de México en la capital de Estados Unidos”.

En esta última etapa, el Instituto ha trabajado en tres pilares fundamentales para la difusión y el entendimiento cultural: México diverso y creativo —una muestra de la pluralidad y diversidad de la cultura mexicana.

“Es la misión del Instituto mostrar la riqueza y la diversidad cultural —que incluye lo lingüístico— de México”, dice la directora.

El segundo pilar es “Diálogos artísticos México-EE.UU”.

Se trata, dice Ramírez Rasgado, de “estrechar la relación entre artistas, creadores, científicos, académicos mexicanos y estadounidenses”.

Y el tercer elemento del eje programático del Instituto, que se inició el año pasado, es la “Educación para las Artes”.

“Es muy importante la difusión y promoción de la cultura, pero es esencial sembrar y sembrar profundo”, explica.

“Se trata de un programa de visitas guiadas —que incluye escuelas y universidades— donde los jóvenes vienen a trabajar sobre el mural o la historia del Instituto y tenemos  también talleres artísticos con  maestros de danzas folclóricas que trabajan en el área metropolitana”.

Enfatiza Ramírez Rasgado el interés del Instituto hacia los niños y los jóvenes “para que desarrollen su sensibilidad a través o a partir del arte y la cultura mexicana”.

Algo que fascina a los visitantes del Instituto son los murales, ejecutados por un discípulo de Diego Rivera en los años 30 y 40 y que representan el arte público en México.

El padre de Carlos Fuentes trabajaba en la mansión en la epoca en que era embajada. “Hay una foto en el segundo piso en la que se ve al padre y al hijo —el futuro escritor  e intelectual Carlos Fuentes— y al pintor se le ocurre  incluir a ese niño en uno de los murales”, comenta Ramírez Rasgado sobre una de tantas curiosidades que encierra el Instituto.

Pero ella es historiadora y vivir rodeada de la historia y el anecdotario de su país tiene un significado especial. Así como hacer del día a día profesional la pasión por difundir la cultura de su país conectándola con Estados Unidos.

“Para mí es un privilegio el voto de confianza que me ha dado el  Gobierno de México el embajador en Estados Unidos y al mismo tiempo es un reto”, comenta.

“Mi vida ha estado siempre vinculada a las artes y si decidí estudiar arte, lo hice para entrar en la reflexión sobre la aportación del arte al mundo y el arte mexicano es un ejemplo por sus grandes aportaciones al mundo”, indica Ramírez Rasgado.

Para ella, concluye, estar al frente del Instituto Cultural Mexicano es una oportunidad de “servir a México” desde la promoción artística y cultural y como marco donde poder mostrar la “historia compartida entre México y Estados Unidos”.