El primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, dijo al inicio de su visita a Washington que “las noticias sobre la muerte de las relaciones entre EE.UU. e Israel no solo son prematuras, sino erróneas”.
Netanyahu aseguró que la asistencia récord a la conferencia anual del Comité de Relaciones Públicas Americano-Israelíes (AIPAC), de 16.000 personas, es un ejemplo de que “nuestra alianza es más fuerte que nunca…y será más fuerte”.
El primer ministro israelí señaló que llega a Washington en un “momento crítico”, en el que contraviniendo el protocolo con la Casa Blanca se dirigirá al Congreso estadounidense para denunciar los peligros de un acuerdo nuclear con Irán.
“Mi intención no es faltar el respeto al presidente (estadounidense, Barack) Obama ni al puesto que representa”, aclaró Netanyahu en su discurso en la mañana del lunes 2 de marzo.
El primer ministro afirmó que el propósito de su discurso ante el Congreso el 3 de marzo es “hablar claro sobre un potencial acuerdo con Irán que amenaza la supervivencia de Israel”, ya que “es una obligación moral denunciarlo mientras queda tiempo”
“Irán amenaza con destruir Israel, divide países en Oriente Medio, apoya el terrorismo y está desarrollando, mientras hablamos, la tecnología par construir armas nucleares”, advirtió.
“Los días de un pueblo judío pasivo frente a sus aniquiladores se han acabado, nunca más”, aseveró el mandatario israelí, que recibió una gran ovación de los asistentes del lobby pro-israelí.
La visita de Netanyahu a Washington ha tensado las relaciones con el presidente Obama, ya que aceptó la invitación republicana de hablar ante el Congreso sin avisar a la Casa Blanca, rompiendo con el protocolo diplomático.
Netanyahu realiza esta visita a dos semanas de jugarse su futuro como primer ministro en las urnas y mientras los republicanos en Estados Unidos mantienen un pulso en el Congreso, que controla ese partido conservador, con la política exterior de Obama.
El primer ministro israelí indicó que no quiere inmiscuirse en “el debate partidista estadounidense”.
“Lo último que quiero con este discurso es que Israel se convierta en un tema de división entre los dos partidos”, las relaciones con Israel deberían ser un asunto que cuente con el acuerdo de republicanos y demócratas, aseguró.
“Estados Unidos e Israel son como miembros de una misma familia… Nuestra alianza es segura y fuerte”, añadió Netanyahu.
Poderoso lobby judío
El AIPAC, que es el mayor grupo de presión judío con un marcado carácter conservador, verá desfilar además a “halcones” republicanos como Lindsey Graham y a senadores demócratas con importantes electorados judíos, pero las ausencias de este año dirán mucho más.
Los influyentes asistentes no escucharán al presidente estadounidense, Barack Obama, quien se subió a la tarima de este foro por última vez en 2012, año electoral, mientras que otras figuras demócratas han decidido hacer desplante a Netanyahu y su cabildeo.
Las únicas representantes del gobierno estadounidenses en esta edición serán la embajadora ante la ONU, Samantha Power, y la asesora de seguridad nacional de Obama, Susan Rice, quien dijo esta semana que la actitud de Netanyahu es “destructiva para los cimientos de nuestra relación”.
La oposición diametral de “Bibi”, el sobrenombre con el que se conoce a Netanyahu, a las negociaciones con Irán por su programa nuclear, que Estados Unidos lleva a cabo con otros cinco países con el fin de garantizar el uso pacífico de esa tecnología, han agriado la ya de por sí fría relación con Obama.
“El discurso de Netanyahu está motivado por dos objetivos convergentes: el rechazo al anticipado acuerdo con Irán y la complicada reelección a la que se enfrenta el 17 de marzo (día de los comicios legislativos en Israel)”, explicó Hamid Malka, subdirector del programa de Oriente Medio en el Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS).
Todo lo que rodea la conferencia del AIPAC siempre ha tenido que ver con cálculos políticos (todo candidato presidencial pasa por sus focos), pero esa vertiente es más evidente este año.
La invitación republicana para que Netanyahu hable en el Capitolio sin consultar a la Casa Blanca rompe con la etiqueta diplomática, pero es vista como una oportunidad de atacar la política exterior de Obama, considerada dubitativa y sin horizontes claros por los republicanos, ante el público estadounidense.
El principal líder opositor israelí, el laborista Isaac Herzog, escribía este viernes en el diario The New York Times que, pese a que él también se opone a un acuerdo con Irán, “esa preocupación puede ser expresada sin meternos en la política estadounidense”.
“En lugar de crear una falsa impresión de que nuestros intereses están solo en línea con un partido estadounidense o con un solo grupo de interés, deberíamos apelar a todos -demócratas y republicanos, conservadores y liberales-“, añadía Herzog.
La conferencia de AIPAC se da en un momento en que han aumentado las denuncias de antisemitismo en algunos países europeos, tras los atentados de París o Copenhague, y con el vecindario israelí patas arriba por la guerra siria, la presencia de los terroristas suníes del Estado Islámico y la influencia del Irán chií como contrapunto.
Con unos 5,3 millones, la comunidad judía estadounidense es la más importante después de los 6 millones de judíos que viven en Israel, con lo que solo en estos dos países se concentra la mayor parte de miembros de esta confesión religiosa, perseguida durante siglos, masacrada por los nazis y ahora criticada por desplazar al pueblo palestino.
El choque entre Netanyahu y Obama es también el de diferentes facetas de la comunidad judía, aquella que apoyó a una alianza de centro-derecha liderada por el Likud en la Knesset en 2013 y los que dieron a Obama en 2012 casi el 70 % del voto judío.
Hace dos semanas, un editorial de la publicación judío-estadounidense “Forward”, de inclinación liberal, se preguntaba si en medio de este pulso político puede alguien, aún siendo primer ministro israelí, reclamar ser la voz que mejor defiende los intereses de un pueblo diverso.