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Andalucía orgánica quiere dar de comer a EEUU

Eleuterio Vicente Abad organiza las muestras de productos orgánicos de su empresa Campomar Nature, durante el evento de promoción de Anadalucía en Washington, DC, el 27 de abril, 2015.


           
   

Cort. Verónica Balderas

Eleuterio Vicente Abad organiza las muestras de productos orgánicos de su empresa Campomar Nature, durante el evento de promoción de Anadalucía en Washington, DC, el 27 de abril, 2015.

Productores, gerentes de exportación y líderes de doce empresas gastronómicas de Andalucía, España, están intensificando esfuerzos para abrirse paso en el mercado estadounidense.

Su agenda comercial incluyó en abril una visita a Washington DC y Georgia, en donde se reunieron con importadores, distribuidores y brokers. Pero si las empresas extranjeras quieren vender con éxito en Estados Unidos, deberán tomar en cuenta que el consumidor en esta región es cada vez más exigente, según observa la directora de investigación y desarrollo de nuevos negocios, María Kardamaki Robertson.

“Hay gran interés en los productos ecológicos. Los consumidores están más al tanto de los ingredientes y preguntan más sobre su origen y la historia de los productores. Si los consumidores exigen productos más sanos, naturales y orgánicos, entonces eso es lo que las compañías van a producir”.

Una de las empresas que ya está abasteciendo de productos orgánicos al público de paladar ambientalista en Nueva York (y espera que muy pronto en Washington), es Campomar Nature. Sus productos orgánicos incluyen gazpacho andaluz, aceite de oliva y frutos secos. El Presidente de la compañía Eleuterio Vicente Abad, explicó a El Tiempo Latino sus razones para elegir la producción ecológica.

“Es un hueco de mercado interesante. A mi me gusta que en los olivares que tenemos, los pájaros no están perseguidos por insecticidas o por productos químicos. Y si al mismo tiempo conseguimos que no sea demasiado costoso el sacar adelante esa producción, pues genera una doble satisfacción¨.

En el caso de la producción de alimentos y bebidas orgánicas, el costo puede aumentar hasta un 35 por ciento, como indica el gerente de exportación de Industrias Espadafor, Jose Miguel Espadafor. Pero añade “la gente está dispuesta a pagar más por el producto, entonces no hay problema en fabricarlo para ellos¨.

Mientras se aplauden los esfuerzos de las compañías productoras de optar por lo ecológico, la organización ambientalista Greenpeace, advierte que el consumidor debe adoptar una actitud responsable al comprar productos de importación.

“Los productos que viajan millas desde el lugar de producción hasta el sitio de consumo dejan una gran huella ecológica, por el aumento en los gases de invernadero derivados de la transportación. Para el planeta y para nosotros mismos, siempre es mejor consumir productos locales, ecológicos y de temporada”, indico a El Tiempo Latino la responsable de la Campaña de Ártico, Elvira Jiménez Navarro.

Pero si un país no puede producir lo suficiente para abastecer su mercado, tendrá que importar obligatoriamente, dice Israel Molina Martín de la empresa Aceites Echinac, S.A. Al preguntarle si su negocio toma en cuenta la huella ecológica de la transportación de sus productos, Martín respondió:

“Le soy sincero, ¡no!. No es nuestra empresa. En la sociedad no existe otro medio de transporte que no sea el de los contenedores marítimos, ¿vale? y eso está como está. Pienso que la persona que se tiene que hacer responsable es la propietaria de esos barcos, para tratar de que contaminen menos.”

En cuanto a los pescados y mariscos, Greenpeace señala que la mayoría de los que son capturados en Estados Unidos, provienen de poblaciones relativamente sanas.  Agrega que Europa ha avanzado mucho en ese aspecto en los últimos dos años, pero todavía está en progreso la implementación de sus nuevas políticas. Advierte además que en España no se obliga a las empresas a especificar en las etiquetas de sus productos el origen del pescado, o el método que se utilizó para capturarlo.

El gerente de exportación de Grupo Ubago, Antonio Carreras, explica que el salmón que vende su empresa es de Noruega y se procesa en España. Afirma que sus proveedores de materia prima le certifican la captura de la especie en base a organismos reconocidos. Pero admite que en la etiqueta no se detalla esa información, aunque asegura que sí se da a conocer.

“Nosotros principalmente todavía no empezamos a comercializar los productos en Estados Unidos, en concreto el salmón.  Tenemos que estudiar bien ese tema y en Europa pues realmente no se utilizan esos certificados”.

Kardamaki Robertson sugiere que los gobiernos de Europa y Estados Unidos estandaricen los requisitos de calidad y certificación de un producto, para facilitar la importación y venta de alimentos que provienen de zonas como Andalucía. De cualquier forma, seguirá siendo responsabilidad del consumidor el indagar de donde vienen sus alimentos (importados o no), y el optar por los productos orgánicos y sostenibles, subraya John Hocevar, líder de Greenpeace US Oceans. “Los consumidores pueden ser de gran ayuda al hacer preguntas como: ¿viene (esta especie) de una población sana?, ¿cómo se pescó (se cultivó o crió)?, ¿puede garantizarme que el producto es lo que se anuncia?,” concluye Hocevar.