En un salón de belleza de un barrio con historia hispana en Washington, DC, muchos clientes latinos (mujeres y hombres acuden a este local) esperaban su turno para un corte de cabello con el sonido de la famosa canción “Despacito” de fondo, mezclándose con la narración de los comentaristas de fútbol en una televisión. Este es el ambiente que se vive a diario en Latin Beauty Salon ubicado en Columbia Heights.
“Dios bendice especialmente a cada cliente que entra en este lugar”, es lo que dice el anuncio de bienvenida ubicado a la entrada del salón de belleza. Francisca Celaya, la administradora de Latin Beauty Salon garantiza no solamente un buen corte de cabello siguiendo las últimas tendencias de la moda, pero también un buen ambiente en el lugar donde ha trabajado por 15 años. Esta trabajadora salvadoreña ha pasado casi toda su vida dedicándose a crear una buena imagen a través de un corte de pelo.

COLUMBIA HEIGHTS. En el vecindario de gran población latina, Latin Beauty Salon ofrece un ambiente cálido y acogedor a sus clientes.
Desde los 14 años de edad, la señora Celaya ha realizado cortes de pelo. Todo empezó en su país, El Salvador, donde la carrera de su papa dirigió este camino en donde ha estado Francisca hasta el día de hoy. Pero no todo fue fácil para ella.
“No soy de la ciudad, soy de un área rural. Y en nuestra área no había luz, no había agua”, dijo Francisca a El Tiempo Latino cuando describía su infancia y juventud en El Salvador.
Esta no fue la única barrera entre Francisca y su carrera de peluquera. Ser mujer era un problema en el entorno en el que vivía, pues eso le dificultaba desarrollarse en su carrera.
“Papi, por favor déjeme cortar cabello como usted lo hace”, decía la pequeña Francisca a su padre. Desafortunadamente, en ese entonces su papá no creía que este tipo de trabajo era algo a lo que ella se debería dedicar en su futuro.
“Este trabajo es solamente para hombres, no es para mujeres”, le decía su padre a Francisca. “Finalmente, un compadre de mi papá fue mi primer cliente, y él mismo trataba de convencer a mi padre para que yo empezara a cortar cabello. Y de regreso, el compadre me regaló una vaquita. No una vaca de juguete, ¡sino una vaca de verdad!”, dijo entre risas Francisca a El Tiempo Latino. “Y me dijo el compadre, ‘tú vas a llegar a ser alguien grande porque tienes un buen talento para peluquería, y además, tendrás una vaquita para hacer poco más dinero’ ”.
Y esto terminó siendo una gran ayuda, especialmente porque en aquel tiempo un corte de pelo costaba solamente 25 centavos en su pueblo. Francisca no reunía suficiente para sus gastos solamente cortando cabello.
Mientras en El Salvador no era nada fácil empezar su carrera de peluquera, al llegar a los Estados Unidos, ella enfocó su pasión por los salones de belleza, un sentimiento que se mantiene fuerte hasta el día de hoy pues siente que al cuidar la imagen de los clientes ella realiza, de cierta forma, una contribución a la comunidad.
Y los clientes del salón de belleza no se aburren en este lugar. El deporte es un componente primordial del día a día en Latin Beauty Salon y La Copa Oro está a todo dar este mes. “Si el cliente quiere ver el partido de fútbol, aquí puede venir a ver el juego mientras que se realiza un corte de pelo al estilo que él o ella quiera”, dice Francisca.
Aun siendo un lugar con un ambiente familiar, el número de clientes baja un poco durante el verano lo que permitió a Francisca tener un poco más de tiempo para atendernos durante nuestra visita. “Cada verano tenemos menos clientes que durante otros meses porque los niños y jóvenes están en vacaciones de escuela, y muchos de ellos no ven la necesidad de mantener un cabello a la moda cuando la mayoría no están en contacto con el público todos los días”, dice la administradora. Además, de acuerdo con dc.gov, la mayoría de los niños y jóvenes en D.C. no regresan a la escuela hasta la última semana de Agosto. En ese tiempo es cuando se esperan más clientes en salones de belleza como Latin Beauty Salon.
Para Francisca sus clientes automáticamente pueden convertirse en amigos, pues ella ofrece un trato amable y cordial. “Quizás porque me apasiona tanto mi trabajo, pienso que si el cliente llega con un poco de frustración, debo hacer mi parte para que él o ella se vaya con un corte de pelo de primea pero también con una actitud diferente a la que tenía al entrar a este lugar”, acotó Francisca.
Al igual que un experimentado “bartender”, ella ha visto y escuchado de todo en su sillón de peluquera. La salvadoreña ha tenido clientes que llegan hablando de su matrimonio, de problemas entre familia, de problemas amorosos y más. Ella usa estas oportunidades para escuchar y ofrecer un toque de compasión para traerles alegría a sus clientes. “Vienen tensos, y pesados por relaciones, pero creo que Dios también me da las palabras para cambiarles el dia”, dijo Celaya. “En ocasiones me dicen mi clientes, ‘Hoy llegue tan mal, pero no pensé que me fuera de este lugar tan alegre después de una hora platicando con usted’”.
En cuanto a los riesgos al estar frente a un negocio con gran flujo de clientes, la administradora de Latin Beauty Salon dice que nunca ha tenido un problema en el vecindario. “Gracias a Dios en todos los años de estar en este país, yo siempre me he sentido cómoda en esta área. Aunque había mala reputación de esta calles cuando yo recién llegué, no me incomodó y me encantó el área para tener este negocio aquí en una comunidad con tanto Latino”, dijo Francisca.
Al inicio de las operaciones del salón de belleza, la familia de Francisca también trabajó en diversas labores. Luego, se fueron sumando nuevos peluqueros que en muchos casos llegaban sin un certificado en peluquería. Francisca se encargaba de enseñarles y aconsejarlos para que ahorren dinero para que obtengan más conocimientos. “Yo nunca he tenido a una persona profesional que llegue a trabajar a este lugar. A todos los que llegan aquí les he enseñado a cortar cabello y los he preparado”, dice Francisca. “Hacer el curso en la academia de belleza cuesta cerca de diez mil dólares y gracias a que los patrociné ningún empleado de este salón de belleza ha tenido que invertir tanto dinero”.
Profesora, psicóloga, amiga y profesional, esas son las facetas que Francsica Celaya combina en su trabajo en Latin Beauty Salon. Ella, al igual que muchos otros pequeños empresarios latinos, conoce de primera mano que en ocasiones es necesario tener más de una faceta para triunfar en el mundo de los negocios. Con música latina, fútbol, buenas conversaciones y ambiente alegre, Francisca quiere que sus clientes salgan de Latin Beauty Salon con nuevo corte de cabello y energía renovada para hacer frente a los altibajos de la vida.