La primera diputada transgénero de Venezuela, Tamara Adrián, visitó Washington DC para participar en un evento organizado por Victory Institute, que se lleva a cabo por más de dos décadas y reúne a los líderes del continente americano que forman parte de la comunidad LGBTQ (Lesbianas, Gays, Bisexuales, Transgéneros y Queer/Questioning), electos para cargos públicos.
La abogada y activista de los derechos de las personas sexodiversas, reconocida luchadora en el mundo entero, aseguró que en los últimos años el número de representantes políticos, promotores de la igualdad pertenecientes misma comunidad ha aumentado. Ella es parte de esa cifra, pues fue electa como diputada suplente en 2015 por Voluntad Popular, partido opositor al régimen de Nicolás Maduro.
“El límite en la actuación de las ONG y defensores DDHH, siempre se encuentra cuando tienen que implementar una política pública o ley. Hay que ir a los políticos para convencerlos de que tomen la causa, pero siendo una persona activa en el área, se pueden combinar ambas. La mayoría de ellas vienen de las actividades de la sociedad civil y luego se involucraron en política”, dice Adrián.
Si tuviera que hacer diagnóstico de la situación actual en materia de derechos en América Latina y EEUU, la activista dice con seguridad que hay un gran avance de 80% en el primero, pues existe el matrimonio igualitario en México, Colombia, Uruguay, Argentina Brasil, Ecuador y en Chile se está discutiendo. Otro gran logro es el reconocimiento de la identidad de género sin necesidad de operaciones genitales en los primeros cuatro países.
“Lo que ha venido cambiando es que los fundamentalistas se han reagrupado. En EEUU estamos viendo una tendencia peligrosísima con Trump y en América Latina, en aquellos países donde no se han implementado los derechos igualitarios, las iglesias evangélica y católica están armando una cruzada conjunta contra lo que ellos llaman la perversa ideología de género”, comenta.
Por su parte, en naciones en las que ya hay avances – a juicio de la experta en leyes- también existe un intento de bloqueo por parte de estos grupos radicales. “Lo que debemos entender es que la igualdad es una fuerza indetenible y que una vez que se logra, no hay en ningún país del mundo evidencia de retrocesos sensibles. Lo vemos en materia de derechos de la mujer, igualdad racial y ahora en para las personas LGBT”.
La venezolana cree que a pesar de que en algunas iglesias de Inglaterra o EEUU aceptan dentro de sus miembros a personas sexodiversas e incluso permiten uniones entre ellas, los fundamentalistas usan la religión para sembrar el odio. “Hoy leía la noticia de un senador americano republicano que estaba totalmente en contra de los derechos LGBT y que lo encontraron en un hotel acostándose con un chico menor de edad, de 17 años con una camisa que decía ‘la mujer debe obedecer a su marido, hazme un sándwich’”, relata.
En cuanto a la discriminación que los latinos arrastran de sus países de origen hacia USA, luego de emigrar, Adrián considera que todas las personas llevan consigo una maleta de prejuicios que han sido inculcados desde la juventud, cuando se es una esponja. Sin embargo, cree que nadie nace racista, sexista, homofóbico, transfóbico o misógino, sino que se aprende, pero es posible dejar atrás estas conductas de odio. La frase “Hay que aprender a desaprender” es pronunciada por la mujer que logró una hazaña en su país de origen.
Al consultarle sobre el tema Venezuela, ante la crisis política, económica, social y humanitaria que vive el país suramericano, gobernado por izquierdistas del Partido Socialista Unido (PSUV), reconoce que lo que sucede en su patria, no es inédito, pues al igual que Hitler, han usado la propaganda y el populismo para llegar al poder, tomar las instituciones y eliminar la separación de poderes.
“Está pasando lo que ha venido sucediendo en los últimos 17 años, pero ahora es más notorio. Es la destrucción de la democracia con las armas de la democracia. Estas nuevas dictaduras del Siglo XXI que llegan al poder por elecciones y que luego cambian las instituciones para perpetuarse, pero la comunidad internacional tomó finalmente conciencia de la naturaleza de la dictadura venezolana”, concluye.