La escuela Charter Bilingüe “Mundo Verde” en DC recibió el reconocimiento AIA COTE Award, otorgado por el instituto Americano de Arquitectos a la excelencia en diseño y rendimiento, así como a proyectos que cumplen con sus rigurosos criterios en las áreas social, económica y ecológica.
Aunque la institución cuenta con siete años de fundada, no fue sino hace tres años, cuando se completó el reacondicionamiento de la nueva sede, en donde obtuvieron un contrato de alquiler por 50 años. “Como escuela vivimos los principios de la sostenibilidad tanto en la instrucción, como en nuestras operaciones y el edificio. De ahí, nos otorgan este premio. Hubo varias factores de nuestra estructura que saltaron a la vista”, dice Berenice Pernalete, guía instruccional.
Pernalete: “La sostenibilidad es la manera cómo mejoramos nuestra vida ante el ámbito ecológico, económico y social”
La educadora, oriunda de Venezuela, especifica que hicieron una gran tarea al reconstruir un edificio viejo, pues no lo demolieron. El objetivo era preservar la historia arquitectónica de la ciudad y el valor que tenía para el urbanismo.
“Había un espacio donde se tumbaron unos bloques y con ese mismo material se construyó el contenedor del elevador. Mantuvimos los techos con las tuberías y los pintamos de blanco, sin colocar techo razo. Con eso ahorramos mucho dinero y al mismo tiempo ayudamos a los niños a entender la estructura del edificio y cómo funcionan ciertos sistemas”, afirma.
Además, la iluminación es muy particular, pues está compuesta por sensores que detectan la luz solar. Así pues, en zonas donde hay más oscuridad se encienden los bombillos, mientras que en otras permanecen apagados hasta que sean necesarios. La escuela tiene fuentes de luz natural desde cualquier espacio interno.
Los niños tienen la oportunidad de plantar los vegetales que consumen, una vez cocinados en la escuela.
“La sostenibilidad es la manera cómo nosotros mejoramos nuestra vida ante el ámbito ecológico, económico y social para satisfacer las necesidades de hoy en día y las generaciones futuras. Es decir, no es solo el ámbito ecológico. Uno es sostenible cuando no se gasta más dinero del que se recibe”, comenta Pernalete.
A toda esta forma de construcción sostenible, se une la experiencia que los niños viven a diario en el recinto, en donde la especialista asegura, la estructura de la edificación juega un rol fundamental. Los estudiantes realizan “expediciones”, en las que recurren a distintas disciplinas para aprender al interconectar la lectura, escritura, matemáticas, ciencias sociales, entre otras, mientras que abordan una pregunta de estudio durante semanas.
“En el salón del primer grado hubo una expedición llamada ‘¿Es basura?’. Una de las cosas que estaba sucediendo era que habían niños que no la estaban clasificando. Entonces, por ende, nuestro abono se contaminaba. Así que tomaron la iniciativa de abordar ese problema para determinar la razón fundamental. Al principio la hipótesis era que no sabían cómo clasificar los desperdicios, pero luego se dieron cuenta que no era así, pero había una cierta apatía por hacerlo bien. Entonces, crearon una campaña para elevar la alegría y hacer que la clasificación de la basura fuera algo más divertido. Hicieron un producto, unos panfletos en los que se exponía el tema”, relata la educadora.
Resulta importante destacar que los pequeños tienen acceso a un jardín en donde plantan semillas que se convierten en vegetales, que a su vez estudian en la clase de jardinería y comen, una vez que son preparados en la cocina. Como proceso final clasifican los desperdicios y crean abono que regresa a la tierra. El ciclo de la comida lo viven de forma muy cercana.
Todos los elementos que hacen esta escuela sostenible en diversos aspectos, influyeron en el premio que fue anunciado el 19 de abril. “Este tipo de modelo debería ser instaurado y replicado en el mundo, porque es la única manera de que logremos levantar a generaciones conscientes de nuestro impacto en el planeta, para que podamos ser guardianes del mundo”, concluye Berenice.
