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En DC discutieron el papel de la comunidad internacional para el rescate de la democracia venezolana

La comunidad internacional tiene una cita con Venezuela el próximo 10 de enero cuando se vence el periodo actual de Nicolás Maduro quien pretende quedarse en el poder luego de haber “ganado” unas elecciones calificadas de fraudulentas e ilegitimas por la mayoría de los países del hemisferio y de Europa el pasado mes de mayo. el pueblo venezolano espera que esta vez no le falle.

Nicolás Maduro. pretende continuar en el poder por seis años mas en una nación que vive la peor crisis humanitaria y de violación a sus derechos humanos de su historia moderna. Se calcula que mas de 5 millones de venezolanos han emigrado de su país huyéndole a la muerte por falta de alimentos y medicinas. Ante esta realidad, la diáspora venezolana tiene la responsabilidad de buscar una salida que involucre a la comunidad internacional [entiéndase por ésta a la Organización de Naciones Unidas (ONU), Organización de Estados Americanos (OEA), Mercosur, la Corte Criminal Internacional de la Haya y a cada nación defensora de las libertades.

El pasado cinco de diciembre se dio en Washington uno de esos esfuerzos con el encuentro “Rescatando a Venezuela: el rol de la comunidad internacional”. Hasta el campus de Georgetown University llegó el Secretario General de la OEA para formar parte del panel que compartió con Ana Julia Jatar, Chief Editor de El Tiempo Latino, Luis Moreno Ocampo ex Fiscal de Corte Penal Internacional y Carlos Ponce del Freedom House.

En un auditorio que no dejó asiento vacío, Almagro, sin ambages, se refirió al gobierno de Maduro como “una dictadura que asesina o encarcela a los disidentes, donde la crisis humanitaria dejó de ser un asunto de fronteras adentro hasta convertirse en un drama regional y global”. Se calcula que unos 5 millones de venezolanos se han ido del país acorralados por la pobreza, el hambre y la represión.

En Venezuela ya no es posible negociar. Según Almagro, “esa parsimonia internacional ha propiciado la impunidad, ha destruido la inversión y la economía se ha ido al despeñadero”. ¿Qué hacer cuando la idea del diálogo con Maduro no resultó?, “acabar con la impunidad que protege a una dictadura con alto componente, criminal y mafioso”. Una posibilidad sería decretar la intervención humanitaria y para eso hay suficientes razones, porque “no hay dictadura más inmoral que la que condena a sus ciudadanos a morir por falta de insulina para la diabetes”.

A LUCHAR PERO CON PACIENCIA

Queda por saberse cuál será la respuesta de las vestales contemporáneas (ONU, OEA, Mercosur, Corte Internacional, Caricom, etc.) que no están haciendo lo suficiente para mantener encendida la llama de la justicia en Venezuela. Después de escuchar a Luis Moreno Ocampo, anterior fiscal de la Corte Internacional de Haya, la sobrevivencia de la democracia venezolana se parece más a un enorme circo romano: siete vueltas, 14 giros y en cada uno se juega su existencia con la diferencia de que en esta lucha aún no hay ganador a la vista y hay que seguir corriendo armados de paciencia.

“La gente se queja del tiempo que demora la Corte Internacional, pero ese tiempo lo deben aprovechar para influenciar ante la juez [Fatou Bensouda] y plantearse qué van hacer cuando la juez se pronuncie”. No existe un sistema global de cómo aplicar justicia, porque el mundo está organizado con estados nacionales y soberanos. “La gran paradoja sigue siendo qué hacemos cuando en un país se cometen crímenes. Existen las organizaciones internacionales, pero son ustedes los que tienen que encontrar las salidas. Yo no tengo las respuestas, ustedes las tienen que encontrar”, los conminó Moreno.

¿QUIÉN VA DECIR ESTO SE TIENE QUE ACABAR?

Sin el lenguaje de la diplomacia, Carlos Ponce, de Freedom House, capítulo de Latinoamérica, habló que en Venezuela operan “estructuras mafiosas que tienen secuestrado al país, que han facilitado el ingreso de la guerrilla, los carteles del narcotráfico y han minado a la oposición. ¿La salida?: bregar con la Corte Internacional, la cual, no obstante, “va a demorar mucho tiempo y para cuando haga caer la espada de Damocles no tendrá a quien caerle”. Demandar que los países apliquen sanciones, los únicos que por ahora lo han hecho son Panamá, Estados Unidos y Canadá, es otra carta de la baraja.

Está por verse quiénes van a cerrarle el espacio aéreo a los viajes de Maduro y cuántas embajadas abandonarán Venezuela a partir del 11 de enero como rechazo a la dictadura. En este juego de ajedrez geopolítico es difícil saberlo, pero se da por sentado que Rusia y China se queden y posiblemente México y España también, países que pueden ser claves en la regeneración democrática.

SOBRE LOS HOMBROS DE LA DIÁSPORA

La voz de las víctimas del descenso de Venezuela a un estado sin derecho la tuvo Ana Julia Jatar, editora en jefe de El Tiempo Latino. Ella es hermana de Braulio Jatar, preso político desde el 2016 y ahora en arresto domiciliario. “La Comisión Internacional tiene que ver mucho en esta tragedia”, dijo, aunque destacó algo positivo: no se le da más el derecho a la duda a Maduro, como la OEA, el Centro Carter y hasta la Embajada de Estados Unidos sí le dieron en un principio a Hugo Chávez.

“Al fin nos entienden la tragedia que estamos viviendo, aunque no todos”, dijo y puso el ejemplo de su viaje a Chile donde muchos siguen pensando que Venezuela es una democracia. “Eso quiere decir que hay mucho que hacer y nadie mejor que la diáspora para denunciarlo”.

Tanto ha ido el cántaro al agua que incluso custodios del hermano de Jatar le han pedido ayuda económica para escapar a Perú o Ecuador. “El 10 de enero esos países que aún no han impuesto sanciones [al gobierno de Maduro] tienen la oportunidad de hacerlo. Si dijeron que las elecciones del pasado 10 de mayo fueron ilegítimas, hay que decirle que esto se acabó”.

La advertencia ya la hizo hace casi 200 años el más universal ciudadano y padre de la patria venezolana, Simón Bolívar: “Para el logro del triunfo siempre ha sido indispensable pasar por la senda de los sacrificios” y de sacrificios y precios altos a pagar está escrita la historia de este país, ahora es responsabilidad de la comunidad internacional aplicar medidas para que las sanciones hasta hoy impuestas no hayan sido, en palabras de Almagro, “como haberle sacado un pelo al gato”.

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