Bradley Beal es un héroe silencioso. Su alcance se conoce y por eso muchas franquicias no esconden su interés en contar con él en sus filas, pero nadie más que los Wizards de Washington entienden del poder del escolta y cómo la llave que conforma junto a John Wall es el principal propulsor del éxito de los capitalinos en los últimos años. Es difícil, casi imposible, pensar en uno si el otro.

Pero no deja de ser cierto que es la segunda cara del equipo. Nadie es más grande que el grupo en sí, pero cuando es momento de desarmar cada pieza y analizar parte por parte dónde se administra la mayor parte de la gloria de esta organización es claro que Wall es el elemento a seguir. De ahí también parte la ventaja de Beal; no se trata del elemento estrella pese a que todos saben que los es, pero a su vez deja que los reflectores estén puestos sobre otro.

Bajo esta dinámica, no muy distinta a la que puede suceder en otros conjuntos de la liga en la que otras grandes figuras operan alrededor de una estrella consolidada, el escolta no ha perdido el ritmo; todo lo contrario, su talento suma, con actuaciones que recogen aplausos en el plano individual, pero cuya razón de ser es la de colaborar para, al menos este año, potenciar a un combinado con opciones enormes de estar presente en la postemporada, pero que un amargo arranque los alejó de puestos importantes.

La influencia de Su Majestad

Todos quieren ser como Michael Jordan. Por más que cada jugador de la liga sea capaz de crear su propio legado, la comparación siempre estará ahí. En ocasiones es un tema odioso, pero que jamás dejará de estar sobre la mesa cuando llegue el momento de que determinado elemento tanga la repercusión suficiente para que su nombre sea puesto al lado del mítico número 23 y cuya conclusión siempre es la misma: no existe alguien más grande que Su Majestad.

Pensemos por un momento en LeBron James. El Rey no es cualquier pieza de la liga. Hoy por hoy podrían desfilar un sinfín de jugadores con el premio a Más Valiosos en la mano, liderar cada uno de los departamentos ofensivos y defensivos, pero ninguno será aceptado como el mejor de su generación, cosa que siempre estará atada a favor del de Akron.

Cuando se los compara, los números están ahí para tirar la balanza hacia un lado; hay varios departamentos en los que James incluso tiene su nombre por sobre Jordan, pero siempre se desliga un rasgo que termina colocando al propietario de los Hornets de Charlotte en el primer lugar. Eso jamás cambiará y James lo sabe. Al final del día todos lo saben.

Sin embargo, Beal alcanzó una meta no esperada y en la que ahora puede presumir que está de tú a tú con el más grande de todos, un hito que solo se puede tomar bajo un puñado de elementos para comparar, pues gira en torno a la disciplina con el cuadro hechicero.

Luego de más de 53 minutos sobre el tabloncillo y tres tiempos extra, los Wizards derrotaron la noche del 22 de diciembre a los Suns de Phoenix con score de 149-146. Fue de esos duelos maratónicos que se recuerdan por largo tiempo y en el que, a veces, las formas del desarrollo prematuro quedan atrás para abrirle paso a las instancias finales, etapa en la que se separan a los buenos jugadores de los grandiosos, y donde a este último grupo pertenece Beal.

En el lapso mencionado, el escolta anotó 40 unidades, repartió 15 asistencias y tomó 11 rebotes para comandar el triunfo de su organización, números que lo hicieron ingresar al libro de récords de la franquicia, pues el total de tantos marcados lo juntaron con Jordan como dos piezas quienes con el uniforme de los capitalinos anotaban hasta en ocho ocasiones 40 o más puntos.

La comparación, como nunca debe faltar, mostraba distancias claras entre uno y otro: Beal necesitó de 439 encuentros para hacerlo, mientras que Su Majestad lo logró en 142. No es difícil repetirlo: no existe alguien más grande que Jordan.

La calma después de la tormenta

A pesar de que el record siga siendo negativo, las cosas han ido mejorando en el entorno de los Wizards, así como las sensaciones. Mientras que octubre representó una fase oscura, el transitar por la ronda regular ha permitido ver los destellos de un grupo que, en teoría, debería tener a su favor un boleto a la siguiente fase del campeonato, sobre todo en una zona como la Conferencia del Este en la que durante varios pasajes del torneo se ha visto a no más de seis cuadros con marca positiva.

Más que lanzar críticas sin sentido al resto, es mejor ubicar las prioridades de cada organización; mientras algunas juegan con parte de la nueva camada de piezas dentro de la liga, cuya misión es verlas desarrollarse y así buscar controlar a mediano o largo plazo el juego, otras son víctimas de distintas irregularidades. A este último grupo pertenecen los hechiceros.

No obstante, luego de que se les viera con pies lentos en un baloncesto en el que la prioridad es lanzar y correr, uno en el que su defensa no estaba al tanto del ritmo y las velocidades que imponían sus rivales, hoy la historia es otra. Defender el aro sigue siendo un dolor de cabeza, pero cuando la ofensiva encuentra su punto, un tema eclipsa al otro.

Un ejemplo claro de esto se ve en su último resultado menor a 100 puntos, cifra que llegó a 98 el pasado 30 de noviembre cuando fueron vapuleados por los 76ers de Filadelfia. A partir de ahí y hasta la victoria ante Phoenix tras tres prórrogas, tres cifras han acompañado a los de Scott Brooks, algunas con resultado a favor y otras con el tropiezo como protagonista, pero nada que diste con lo que se ve en esta nueva NBA.

Visto de esa manera, los focos colectivos no necesariamente están puestos sobre lo que sucede en la capital de los Estados Unidos, como sí ocurrió al inicio de la ronda regular y en la que una peligrosa tormenta se desató sobre la franquicia, relacionando a varios de sus jugadores con otras franquicias, como si de un mercado a cielo abierto se tratara. El presente no los deja absueltos de los rumores, pero el peso no ha sido el mismo de otrora.

Otro tema que no deberán perder de vista si de buscar un envión anímico se trata tiene que ver con el calendario del mes de enero. En pro de concretar un avance importante, Washington contará con 14 compromisos en el periodo, de los cuales ocho serán en condición de local. Si la casa se hace respetar, meta de todo conjunto, probablemente el parón por el Juego de Estrellas los vea actuar con mayor tranquilidad y sin presión de cara a una recta final en la que pondrán todo su esfuerzo por quedarse con el pase a los playoffs, tal y como está en la planificación principal.

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