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Combatiendo el crimen al otro lado del río

Las autoridades de Washington DC apuestan a varias fórmulas para reducir la violencia en la ciudad. A sabiendas de que no hay una solución mágica, existen programas de corto plazo que aspiran a prevenir antes que lamentar. La idea de ahora es extenderlos a los barrios que están al otro lado del río donde el crimen es más generalizado

Por ejemplo, pronto llevarán los centros de tratamiento de traumas a los barrios donde viven las familias víctimas directas o indirectas, sea de abuso doméstico, descuido o maltrato infantil, que han sido testigos de un tiroteo o han sufrido pérdida de un familiar, un amigo o vecino por culpa de la violencia.

“Vamos a traer los servicios a las comunidades donde hay altos niveles de violencia. Serán programas individuales y colectivos de recuperación y soporte para los afectados”, dijo Michelle García, directora de la Oficina de Servicios para Víctimas, durante una rueda de prensa realizada en Anacostia. En esa zona están los distritos 7 y 8 y allí se focalizarán los esfuerzos de terapia a los supervivientes de trauma, para este propósito se cuenta con un fondo de 1.6 millones de dólares.

“Serán centros donde las familias e individuos pueden recibir terapia y empezar a sanar heridas. Serán totalmente confidenciales. Queremos hacer un trabajo diferente, ir donde la gente más nos necesita, donde se sientan a gusto, tengan confianza, tengan sus amigos y los servicios de apoyo y donde no se sientan juzgados”, dijo en la misma rueda de prensa Brenda Donald, directora de la Agencia Municipal de Niños y Familia.

AUTORIDADES. De izquierda a derecha durante la rueda de prensa: Michelle García, directora de la Oficina de Servicios para Víctimas; Brenda Donald, directora de la Agencia de Servicios de Niños y Familia; y, Delbert McFadden, director ejecutivo de la Oficina de Seguridad y Participación del Barrio.


   
   

Olga Imbaquingo

AUTORIDADES. De izquierda a derecha durante la rueda de prensa: Michelle García, directora de la Oficina de Servicios para Víctimas; Brenda Donald, directora de la Agencia de Servicios de Niños y Familia; y, Delbert McFadden, director ejecutivo de la Oficina de Seguridad y Participación del Barrio.

Washington DC cerró el año pasado con 160 homicidios, un 38 por ciento más comparado con el 2017. En lo que va de este año la tendencia va para peor, 45 personas cayeron víctimas de las balas hasta la semana pasada, la mayoría en el área de Anacostia. De esta realidad nace la necesidad de, por ejemplo, aumentar la cifra de oficiales de policía a cuatro mil hasta el 2021 y apretar más el embrague a favor de programas que transformen a ex convictos en defensores de la seguridad y aliados contra el crimen. Se los conoce como interruptores de la violencia.

Los buenos resultados de programas parecidos en ciudades como Filadelfia, San Francisco y algunos ejemplos positivos en el estado de New Jersey, levantan el optimismo de que en DC también es posible intervenir a tiempo. La ubicación de esos centros en los barrios de Anacostia “dependerá de los indicadores de salud del vecindario, del número de reportes de abuso doméstico y maltrato infantil y de alta criminalidad”, dijo Donald.

Estos son algunos barrios donde podría llegar la asistencia: Simple City, Clay Terrace, Mayfair/ Paradise, Stoddart Terrace, Benning and Minnesota, Woodland, Anacostia, Congress Heights, Washington Highlands y Bellevue. En estos vecindarios se buscarán iglesias, comedores populares, centros recreacionales, bancos de alimentos y de ser posible, bibliotecas para beneficiarse de esas instalaciones y poner una plantilla de tres o cuatro empleados que trabajarán para la comunidad. Donald Aseguró que “los residentes no tienen que adivinar dónde ir en busca de trabajo, ayuda legal o salud, nuestra labor será hacer que todo el sistema funcione en beneficio de las familias y eliminarles las barreras”.

La misión es dar una oportunidad a todos, en particular a los niños. Atender a esas familias que más están necesitando ayuda e intervenir a tiempo para que no lleguen a la indigencia es la meta. “Sería bueno un día verlos que en vez de ir a un comedor popular puedan ellos mismo ir al mercado y comprar sus víveres con sus propios dólares”, dijo Donald.

ANACOSTIA. En la avenida Martin Luther King Jr. en Anacostia, se planea instalar uno de los centros de cura y alivio contra traumas provocados por la violencia.


           
   

Olga Imbaquingo

ANACOSTIA. En la avenida Martin Luther King Jr. en Anacostia, se planea instalar uno de los centros de cura y alivio contra traumas provocados por la violencia.

Programas para comunidad latina

Los representantes de los departamentos, involucrados en la prevención y auxilio contra el crimen, reconocieron que la población latina no vive en los barrios antes mencionados y que la prioridad, por ahora, son las comunidades que están a merced de un generalizado estado de delincuencia. Para la minoría hispana, dijeron, hay otros programas en las áreas de Columbia Heigths y Georgia Ave.

De lo que sí pueden favorecerse es del programa Families First DC (Las familias primero), que entregará fondos adicionales para escuelas como Cardozo, que sí registra una alta concentración de estudiantes latinos. “Para ellos habrá actividades para después de clases y se trabajará en conseguir una mayor involucramiento de los padres en la educación de sus hijos”, según dijo Delbert McFadden, director ejecutivo de la Oficina de Seguridad y Participación del Barrio.

Alianzas y financiamiento de la ciudad a organizaciones como la Cínica del Pueblo, Carecen, Mary’s Center o Latin American Youth Center, según García, están orientadas a la comunidad latina.

JUNTOS CONTRA EL CRIMEN

Pathways. Es un programa orientado a la prevención del crimen en DC. Aspira a enganchar a los jóvenes más propensos a escoger la ruta de la violencia o a los que son víctimas de la misma para que se animen, con ayuda, a estudiar o buscar un empleo y sean activos participantes en el desarrollo de sus comunidades.

Interrupción. Otro programa se conoce como de intervención e interrupción de la violencia en la que participan ex prisioneros, que se convierten en una especie de corta fusibles para interrumpir un acto de violencia que está por explotar. Su misión es crear alianzas con los generadores de violencia y con las posibles víctimas para bien de la seguridad del barrio.

Alivio. La Fiscalía de la ciudad también lleva adelante su programa. Se llama “Cure the Streets”, algo así como “Aliviando las calles”. Participan jóvenes que antes estuvieron involucrados en actos violentos y que ahora monitorean los barrios donde viven y se ganan la confianza de la gente con el ánimo de prevenir brotes de violencia.