Al momento de colocarse la camiseta albiceleste, Lionel Messi pasa a ser un hombre con condiciones. Figura del Barcelona de España, el delantero argentino es objeto de críticas cuando defiende los colores de su país.
Pero no se trata de simple bajo rendimiento.
Para una figura que ostenta la marca de cinco Balones de Oro al mejor futbolista del mundo, el rosarino llega con enormes responsabilidades. El fútbol es un deporte de equipo, pero también una disciplina que centra sus esperanzas en una pieza. En Argentina, ese es Messi.
Dentro de la subjetividad de la discusión, el atacante está a la altura de unos pocos. Con cada marca establecida, su leyenda engorda y vuelve a abrir la puerta a esa opción de ser el más grande de todos. Pelé, Diego Armando Maradona, Johan Cruyff, Alfredo Di Stefano. Los nombres se cuentan con los dedos de una mano y el del suramericano tiene motivos para estar ahí; sin embargo, la historia va y viene cuando cambia de mando.
Largo camino
Messi apenas disputó un minuto en su juego debut con la selección mayor de Argentina. En un amistoso celebrado en 2005 contra Hungría significó un inicio amargo en su camino con la camiseta nacional, apenas una anécdota pues la labor principal en el seno de la Asociación de Fútbol Argentino era ponerlo en cancha y así evitar que su vínculo con España, a donde llegó en el año 2000, territorio que vio el desarrollo de su juego y entendió que hacerlo sentir en casa podía ser el anzuelo para verlo vestido con la Roja.
Ya establecido con la albiceleste, empezó a sumar minutos y también hambre de títulos.
Jugó su primer Mundial en Alemania (2006), donde tuvo una actuación discreta. En 122 minutos repartidos en tres encuentros, marcó un tanto y repartió una asistencia, pero vio desde la banca a su país despedirse del torneo, precisamente frente al combinado anfitrión, el cual los superó en cuartos de final.
En la cita cumplió 19 años y los reflectores no estaban puestos sobre él como lo está ahora, así que adiós argentino no encontró responsable en su imagen.
En 2007, Argentina tenía en él a un jugador más exitoso y con kilómetros en su tablero, por lo que la Copa América de Venezuela lucía el evento para su primera gran victoria nacional. Pero su rival histórico, Brasil, arrolló las esperanzas albicelestes y los apearon al subcampeonato.
Otro reto mundialista y un nuevo fracaso. En Sudáfrica 2010, Alemania volvió a sacarlos en cuartos de final, en un torneo que lo vio salir por la puerta pequeña, sin goles y frustrado por no encontrar respuesta ante los germanos por segunda ocasión consecutiva.
En casa, la Copa América de 2011 lucía como la oportunidad para dejar atrás viejas historias de lamento; no obstante, todo mantuvo el guión: colectivamente, los locales fueron una enorme deuda continental, acabando con sus aspiraciones en cuartos de final ante Uruguay. Messi, nuevamente, se iría sin agitar las redes.
La Copa del Mundo Brasil 2014 lo vio llegar con cuatro Balones de Oro. No había discusión, el argentino era uno de los mejores exponentes del planeta y, junto con el portugués Cristiano Ronaldo, el referente de su generación.
Las excusas eran imperceptibles, así que su tarea era cada vez más grande.
Argentina hizo un trabajo arduo y en ocasiones dramático, pero se metió en la final por primera vez desde 1990. Enfrente estaba Alemania, ese contrincante que tenía tomada la medida de la albiceleste. La ocasión era perfecta por varias cosas: primero, para sacudirse la maldición germana; segundo, para coronarse en la casa del eterno rival; y tercero, para que Messi se consagrara como el mejor futbolista argentino de la historia.
Otra vez, Alemania saldría airosa, en esta ocasión en el tiempo extra.
Los golpes chilenos
La albiceleste sabía que debía ganar algo pronto para dejar en el camino la tristeza de una final de Mundial perdida. Para la Copa América de 2015, celebrada en Chile, no había otra forma de convencer a todo un país y, sobre todo, a ellos mismos, que con el título.
Al meterse en el juego por el trofeo contra la selección local, los penales sonrieron a los australes, ganadores de su primer evento de este tipo en su historia.
Sin embargo, la peor de las sensaciones llegó un año después, en Estados Unidos para la Copa América Centenario. La final fue la misma que en 2015 y también desde la pena máxima, donde Messi envió su balón a las gradas y con él un sentimiento momentáneo.
Chile se hizo con el trofeo, pero la noticia principal fue la de la renuncia del crack del Barcelona a su selección, decisión que revirtió meses después.