Una nueva investigación liderada por científicos del Centro Oncológico Kimmel de Johns Hopkins, parece sugerir que un par de las moléculas que las células nerviosas utilizan para crecer durante su desarrollo, podrían explicar por qué los tipos más comunes de cáncer de páncreas son tan difíciles de contener.
Los resultados, basados en experimentos de células humanas y de ratones, podrían llevar a nuevas formas de prevenir la propagación o metástasis de estos tipos de cáncer y a ayudar a tratar el intenso dolor que suele acompañarles.
El adenocarcinoma de los ductos pancreáticos (PDA, por sus siglas en inglés) afecta cada año a aproximadamente 57mil norteamericanos y mata a unos 45mil, según la Sociedad Americana Contra el Cáncer, convirtiéndolo en la cuarta principal causa de muerte por cáncer en los EE.UU.
Un cáncer que tiene un índice de supervivencia de estadio combinado a cinco años del 9% es menor que el de cualquier otro tipo de cáncer en el país, explica el jefe de la investigación, el Dr. Lei Zheng, catedrático ajunto de oncología y Codirector del Centro de Excelencia de Medicina de Precisión para el Cáncer Pancreático de Johns Hopkins.
La razón principal de su pronóstico precario es la metástasis, que es el proceso de propagación de un foco canceroso a un órgano distinto de aquel en que se inició. Muchos de los pacientes ya tienen un diagnóstico de metástasis; los que aún no lo tienen, por lo general mueren debido a cáncer metastatizante aun cuando las enfermedades localizadas aparentemente han sido controladas con tratamientos quirúrgicos y radioterapia.
La mayoría de los casos de PDA se destacan por el proceso denominado invasión perineural (PNI, por sus siglas en inglés), en la cual los tumores crecen hacia las células nerviosas más cercanas. Aunque ya está bien establecido que la PNI es un signo fidedigno de un mal diagnóstico que conlleva una disminución de supervivencia.
Para investigar estas dudas, Zheng y sus colegas emplearon estirpes celulares humanas y de ratones para analizar en detalle las proteínas de guía axonal, un grupo de moléculas bioquímicas que frecuentemente revelan una alteración genética del adenocarcinoma pancreático. Enfocaron su atención en dos de estas proteínas: SEMA3D y su objetivo, PLXND1. Ambas están a cargo del crecimiento de las prolongaciones nerviosas llamadas axonas. Las investigaciones de laboratorio de Zheng han demostrado que las células de PDA frecuentemente producen la proteína SEMA3D en abundancia.
Los experimentos con células pancreáticas cancerígenas humanas, cultivadas en el laboratorio, revelaron que cuando los investigadores usaron alteraciones genéticas para eliminar la producción excesiva de SEMA3D por las células cancerígenas, esas mismas células perdieron aproximadamente un 30% de su capacidad de invadir las células nerviosas circundantes, en comparación con las células nerviosas con producción normal de estas moléculas proteicas.
Cuando los investigadores inyectaron a los ratones con las células pancreáticas cancerígenas humanas alteradas, descubrieron que se produjo una cuadruplicación de las células nerviosas que crecen hacia los tumores.
Zheng y sus colegas también obtuvieron resultados similares en los modelos de laboratorio de células pancreáticas cancerígenas humanas al bloquear PLXND1, la proteína receptora de SEMA3D en las células nerviosas.