Ha pasado un mes y los funcionarios de Harrisonburg, Virginia, todavía no tienen idea de quien robó unas 200 banderas de la batalla confederadas de un cementerio.
Las banderas fueron retiradas del Cementerio Woodbine el 11 de noviembre, día de los veteranos, a pocas horas de que los miembros de la sección local de Sons of Confederate Veterans las colocaron en las tumbas de los soldados que lucharon por el Sur en la Guerra Civil.
La policía de Harrisonburg abrió una investigación, pero no se ha identificado a ningún sospechoso, según un portavoz del departamento.
La ley de Virginia prohíbe “la destrucción intencional o maliciosa, la mutilación, la lesión o la extracción de flores, coronas, jarrones u otros adornos en una iglesia, en la propiedad de la iglesia, en una tumba o en un cementerio”.
Para dar con los responsables las autoridades han ofrecido una recompensa de $1.500 por alguna información que conduzca a la detención y condena de estos criminales.
Philip Way, comandante del capítulo local de los Hijos de Veteranos Confederados, el Cnel. D.H. Lee Martz Camp 10, dijo que no confía en que la recompensa lleve a un arresto, pero que desea llamar la atención sobre el acto.
Traducción libre de The Washington Post
