En medio de la pandemia del COVID-19 la nueva normalidad se asoma y con ella el retorno a los lugares de trabajo. Pero a diferencia del pasado, esta vez el resguardo gana cada día más importancia. El regreso presencial que va marcado por la reactivación económica en sus distintas fases también obliga a empleadores y empleados a respetar una serie de parámetros para evitar el aumento de contagios.
Sobre el tema, Ricardo Sánchez Silva, editor senior de El Tiempo Latino, habló en exclusiva este miércoles con Francisco Ayala, asesor de utilización de Kaiser Permanente, y Margarita Dilone, presidenta de Crystal Insurance Group, Inc., en una entrevista por Facebook Live patrocinada por Kaiser Permanente.
De acuerdo con Dilone, “la realidad es que no vamos a volver a lo normal en mucho tiempo, así que tenemos que tomar las precauciones debidas”. Estas medidas, a su juicio, responden a lo establecido por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés).
Bajo lo señalado por los expertos de la salud, los empleadores deben seguir al pie de la letra las normas esenciales para asegurar un ambiente laboral seguro. Una de las primeras pautas en el regreso a la oficina tiene que ver con saber si los empleados “han sentido síntomas (del COVID-19) o si han estado en contacto con alguien positivo”.
Ayala agregó que el trabajador también tiene una responsabilidad y es la de no ser un factor propagador del virus en caso de sentir síntomas y no hacer nada al respecto.
A pesar de que “no se puede probar un caso negativo”, recomendó a cada persona estar familiarizada con los síntomas del brote. En caso de presentarlos, contactar a un especialista de la salud, quien debe indicar a la persona si mantenerse en casa o salir para someterse a la prueba.
Pero este factor encuentra otro escenario. Ayala comentó que en caso de que un empleado que haya estado en su sitio de trabajo fuera víctima del coronavirus, “se considera a esa persona y todo con lo que ha interactuado de alto riesgo”. La solución con el entorno pasa por respetar “los procesos de desinfección” para mantener limpia el área.
Otro de los posibles problemas que se debe atacar es el del desgaste en la salud mental de quienes se vieron fuertemente afectados por el COVID-19 en casa, no solo si fueron contagiados, pues las secuelas de la enfermedad van más allá.
Sobre eso, Dilone recordó que “todos estamos sufriendo de alguna manera de ansiedad, depresión, entre otros”, es por ello que el empleador “debe tomar en cuenta las necesidades de los empleados, incluyendo la salud mental”.
“Es necesario que miremos por el bienestar de nuestros empleados”, añadió.
Para Ayala, uno de los primeros pasos para determinar si el trabajador regresó con señales positivas de su salud mental es notar “si está cumpliendo con lo que necesita y si está siendo productivo”; no obstante, advirtió que será común encontrar señales de estrés postraumático grave en los individuos: “cuando van regresando a trabajar tenemos que estar pendiente de quién está presentando estos síntomas. Hay que generarles la confianza suficiente para que se acerque al patrono y decirle que no se sienten bien”.
A su juicio, “es momento de ser más compasivos y poner atención de cómo están comportándose las personas”.
Para ampliar información reproduce la entrevista a continuación:
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