El mercado inmobiliario y el mercado bursátil continúan subiendo y mejorando las finanzas de los hogares estadounidenses, lo cual augura una nueva ola de endeudamiento para gasto tanto en inversión como en consumo y en servicios. Foto: The Washington Post.
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(c) 2021, Bloomberg – Opinión -·Conor Sen

Los inversionistas están preocupados de que los EEUU se encaminen a una repetición de la mediocre expansión económica de la década anterior, y, que una vez que el país supere los dolores de la reapertura, reanudará el mismo crecimiento modesto pero constante que fue interrumpido por la pandemia.  La caída en los rendimientos de los bonos del Tesoro a 30 años la semana pasada, después de un agresivo giro de la Reserva Federal, sólo aumentó ese temor.

Pero esa opinión pasa por alto un factor clave que frenó la economía en la década del 2010 y que ahora debería impulsarla durante la del 2020: el equilibrio financiero de los hogares.

Los estadounidenses son ahora más ricos que nunca gracias a un mercado de valores en expansión, aunado a un incremento en el valor de las viviendas.  Adicionalmente los hogares no están agobiados por niveles de deuda como los que afectaron el gasto en los años posteriores a la recesión del 2008.  Eso debería significar un crecimiento más rápido en los próximos años, a medida que los estadounidenses se sientan nuevamente en libertad para endeudarse.

Entre el período comprendido desde finales de 2019, antes de que el Covid-19 llegara a EEUU, y el primer trimestre de este año, los pasivos de los hogares aumentaron un 5%, es decir en 820 mil millones de dólares.  Sin embargo, los activos de los hogares aumentaron un 14,8%, es decir, casi $20tn (millones de millones de dólares).  Ese tipo de balance financiero en los hogares debería animarlos a incrementar sus gastos, una vez que hayan dejado atrás los temores de la pandemia.

El aumento del apalancamiento que restringió el crecimiento económico en la década del 2010 comenzó a principios de la década de los 80. A medida que disminuyeron las tasas de interés, los hogares aumentaron su deuda con mayor rapidez de la que aumentaron sus activos, y esa tendencia continuó durante 25 años.  Luego, cuando los precios de las viviendas cayeron a finales de la década de los 2000, los activos de los estadounidenses (viviendas e inversiones en el mercado bursátil) perdieron valor, mientras que sus niveles de deuda se mantuvieron iguales o aumentaron, derivando en hogares aún más apalancados.  Posterior a la recesión de 2008 se necesitaron muchos años para que los estadounidenses pagaran toda esa deuda y equilibraran sus finanzas personales.

Pero lo que comenzó como una reparación de sus estados financieros, ahora se ha convertido en algo diferente, en gran parte debido a cambios relacionados con la pandemia. Los precios de las viviendas se han disparado en los últimos 18 meses y el mercado de valores ha subido a máximos históricos, inflando el lado de los activos en las finanzas familiares.  La tasa de ahorro personal también se ha elevado a niveles históricos debido a una combinación de medidas de alivio fiscal aprobadas por el Congreso durante la pandemia y la falta de gasto en actividades como viajes y restaurantes.  El efecto neto es que, para finales del primer trimestre de 2021, la relación entre los activos de los hogares y los pasivos está cerca del máximo de los últimos 50 años, y, las ganancias robustas en el valor de las viviendas y en los precios de las acciones en el segundo trimestre de 2021, deberían impulsarlo aún más.

Si bien debe haber algún tipo de distribución desigual en este modelo – por ejemplo tenemos una idea del aumentó del valor neto de los multimillonarios el año pasado – el aumento en el valor de las viviendas significa que también se ha construido o restaurado una gran cantidad de la riqueza de los propietarios de viviendas de clase media.  Incluso para los niveles inferiores de patrimonio neto de los hogares, el crecimiento salarial está aumentando y los pagos de los créditos fiscales por hijos incluidos en el Plan de Rescate Estadounidense comienzan a distribuirse en julio, por lo que hay una cantidad razonable de inclusión aquí.

Es posible que el mejoramiento de los estados financieros de los hogares continúe de forma ilimitada, pero es más probable que haya un límite, ya que los estadounidenses se sienten lo suficientemente confiados para poder incurrir en un endeudamiento mayor en los años por venir.  La reducción en el apalancamiento de los hogares se ha venido produciendo desde hace más de 12 años; las cicatrices de la crisis financiera de 2008 eventualmente se desvanecen, o en el caso de la generación más joven que ingrese a la fuerza laboral, puede que no existan en lo absoluto.  Ya estamos observando que los propietarios de viviendas comienzan nuevamente a reducir el patrimonio neto de sus casas (aunque no se acerca a los niveles que vimos a mediados de la década de los 2000, en el pico de la burbuja).

Los de mayor edad entre la generación de los “Baby Boomers”, quienes ya tienen más de 75 años, comenzarán a gastar sus ahorros y vender sus activos en los próximos años, y los “Millennials” que buscan viviendas para adquirir, se endeudaran, tal y como lo hicieron las generaciones anteriores a ellos. Las bajas tasas de interés hacen el manejo de deudas más fácil que nunca. La perspectiva de un mayor endeudamiento y gasto de las familias impulsada por balances sólidos y un efecto de riqueza, debería traer como consecuencia un crecimiento económico general más acelerado, especialmente a medida que las empresas busquen contratar e invertir en una mayor capacidad de producción para responder a una demanda más robusta.

Es posible que las personas tomen un tiempo en orientarse en el mundo posterior a la pandemia, en evaluar su nueva situación financiera y cambiar su comportamiento en cuanto a sus niveles de gasto, pero es un escenario que tiene sentido para muchos hogares estadounidenses.  No serán los excesos de endeudamiento de mediados de la década de 2000, sino quizás algo más parecido a los de los 80 y los 90.

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Esta columna no refleja necesariamente la opinión del consejo editorial, o de Bloomberg LP y sus propietarios. Conor Sen es un columnista de opinión de Bloomberg y fundador de Peachtree Creek Investments.

Lea el artículo original aquí.

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